Espejo, más que un recurso decorativo

Espejo, más que un recurso decorativo

El uso del espejo como verdadero mueble de habitación empezó con el siglo XVI.

Existen diversos  estilos de espejos que, hoy día, pueden colocarse en cualquier espacio  de la casa, básicamente en los que se desea dar una sensación de amplitud o profundidad. Por lo general, los espejos se colocan en coquetas o repisas a la entrada de la casa y también al final de un pasillo largo.

En las habitaciones esta pieza tiene gran uso, ya que normalmente vienen con los gaveteros, pero también se colocan en las paredes, ya sean en tamaños grandes o pequeños. 

El espejo más simple es el plano, en este un haz de  rayos de luz paralelos puede cambiar de dirección completamente como conjunto y continuar siendo un haz de rayos paralelos, pudiendo producir así una imagen virtual de un objeto con el mismo tamaño y forma que el real. Sin embargo, la imagen resulta invertida.

Existen también espejos cóncavos y convexos. Cuando un espejo es cóncavo y la curva es una parábola, un haz de rayos de luz paralelos converge en el foco. Recíprocamente, una fuente de luz puntual, ubicada en el foco es reflejada como un haz de rayos paralelos.

Un poco de historia

Los espejos como   utensilios de tocador y objeto manual fueron muy usados en las civilizaciones griega, egipcia, etrusca y romana. Se fabricaban siempre con metal bruñido, generalmente plata o bronce. Tenían forma de placa redonda u oval, decorada ordinariamente con grabados o relieves mitológicos en el reverso, los romanos carecían de grabados, pero no de relieves y con mango tallado para asirlos cómodamente, mientras se usaban.

De ellos, se conservan todavía muchos en algunos museos arqueológicos. Durante la Edad Media, apenas se hizo uso del espejo, hasta que en el siglo XIII se inventó la fabricación de los de vidrio y del cristal de piedra sobre lámina metálica o con amalgama de plomo o estaño.

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