Espejo

Espejo

Las muertes, pérdidas materiales y traumas sociales ocasionados por el huracán Katrina a su paso por varios estados del Sur de los Estados Unidos deberían estimular en los gobiernos de otros países, inclusive el nuestro, un apego más decidido y puntual por la prevención y una actitud menos indiferente ante los consejos de los expertos o «teóricos», como de manera despectiva los definen algunos.

Desde hace muchos años, expertos estadounidenses habían proyectado que el paso por esa zona de un huracán de considerable fuerza, como ha sido el caso de Katrina, provocaría daños considerables.

El pronóstico estuvo acompañado de recomendaciones interesadas en aminorar el peligro, que para entonces era supuesto, potencial o hipotético, pero que en la actualidad es una terrible realidad.

–II–

En nuestro país, muchos expertos o «teóricos» han estado advirtiendo la necesidad de ponerle cuidado a la existencia de asentamientos humanos en zonas de potencial peligro por la proximidad de ríos, arroyos o cañadas.

Hay un inventario bien detallado de estos puntos de potencial riesgo y recomendaciones para proteger vidas e intereses. En algunos casos se propone el desalojo de los asentamientos y en otros se considera que obras como muros y drenajes disminuirían los peligros de pérdidas de vidas y daños materiales.

Un ejemplo a la mano son las riberas del río Ozama, densamente pobladas, que están en riesgo permanente de ser anegadas o, Dios nos libre, arrasadas por una creciente de gran caudal.

No se trata de provocar alarmas y temores infundados. La prevención ha sido siempre la mejor medicina porque, en vez de curar, evita que la enfermedad llegue al cuerpo.

–III–

Ya hemos visto cómo en una parte del municipio de Sánchez se han producido hundimientos y corrimientos de terreno que han destruido y dañado numerosas viviendas. El Gobierno, que ha acudido de manera puntual en auxilio de las familias afectadas, ha comprobado que la situación ha sido provocada porque la gente construyó sobre cursos de agua que no fueron debidamente tratados.

En barrios de la capital hay un número considerable de viviendas construidas al borde o sobre el lecho de cañadas obstruidas. Esos lugares están debidamente identificados y los peligros potenciales han sido calculados por gente que sabe de estas cosas.

Lo aconsejable es que sean atendidas de manera puntual las recomendaciones de los técnicos y que se hagan los trabajos que haya que hacer para prevenir sorpresas desagradables.

No se trata de que exageremos los riesgos, sino de que no los desestimemos donde existen. Se trata de prevención en justa medida y oportunidad.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas