Espera sustituto baje de la loma, mientras, canta

Espera sustituto baje de la loma, mientras, canta

POR MARIVELL CONTRERAS
Frank Lendor llegó a nuestras oficinas antecedido de una llamada de nuestro subdirector Nelson Marrero y de una coordinación previa. La razón, es que el Coro Nacional está celebrando sus 50 años y su carrera también.

Vino con su traje y una gran bolsa en la que traía fotos enmarcadas y programas de obras en los que queda certificado de que su paso por la tierra ha sido de provecho para el país que le vio nacer.

Sobre todo por un bien del que por muchos años no se sentía beneficiario: su voz. Su nombre real es Francisco Antonio Lendor –sin F, porque los que tienen F son de Altamira-, nació en la Santomé y se desarrolló en Villa Francisca.

Estar en ese mítico barrio capitalino le permitió ser amigo de infancia de Arístides Incháustegui y Angel Jesualdo, cantantes líricos, junto a los cuales vivió la aventura de probar su voz para pertenecer al Coro Nacional, no lo hizo porque creía que cantaba, sino porque se entusiasmó con el traje negro con camisa blanca y los zapatos que le iban a entregar a los que fueran seleccionados para este coro de mil voces y para lo cual ya se había tomado las medidas.

El fundador del Coro Nacional, el español Juan Urteaga le escuchó por primera vez “yo nunca había cantado” e inmediatamente lo clasificó como barítono bajo clásico y pudo ponerse el traje y estar presente en la inauguración de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre –hoy Centro de los Héroes.

A partir de ahí, un mundo de oportunidades se abrieron para Frank Lendor, quien empezó a prepararse tomando clases con los maestros Sánchez Cestero y Olga Azar, a pesar de que siempre contó con la asesoría de Inchaústegui “no solo fue mi amigo, sino que hasta me pautaba las obras que él entendía que le iban a mi voz y que debería cantar”.

De todas las obras que ha interpretado formando parte de ese universo de voces solistas no quiere elegir ninguna como la favorita, pues considera que los cantantes y artistas deben interpretarlo todo, aunque sí reconoce que tiene un género predilecto: el clásico operístico y dentro de este, la ópera dramática y la ópera bufa.

Y, dentro de esta última, no olvida nunca “El Elixir del amor”, la ópera de Donizetti con la que ganó la estatuilla de ese premio popular que fue “El Dorado”. Ahí interpretó al timador Dulkamara en 1979 y nueva vez en el 1997 cuando fuera dirigido por Fausto Cepeda en el Teatro Regional del Cibao.

“Hay algo que tengo que decir para mi vanidad. Soy el único de todos los cantantes líricos dominicanos de esta generación que se ha alternado con artistas líricos extranjeros”, y para nuestra ilustración mencionó a Justino Díaz, de la ópera de Nueva York y a Abraham Lindt.

CRIOLLA EN SUS MANOS

Frank Lendor se jacta de haber interpretado a los creadores clásicos dominicanos y menciona con orgullo a don Luis Rivera, don Julio Alberto Hernández, Enrique de Marchena, Margarita Luna, don Manuel Rueda, Manuel Simó, don Luis Mena y José Dolores Cerón.

Guarda como uno de sus mejores recuerdos la participación que tuvo en el Primer Festival de la Voz de Amucaba en ese en que Rafael Solano y Niní Cáffaro se impusieron para siempre con “Por Amor” y en la que él cantó “Amor infinito” de la autoría de Aura Marina del Rosario.

Sostiene que ese fue el regreso de la criolla a la escena dominicana “la criolla renace con nosotros en el 1968.

“Insto e insisto en la necesidad de que la juventud cante, porque el canto representa la identidad y la raíz del país. Máxime si al cantar estamos interpretando a nuestros maestros”, reclamó.

Recuerda que cuando el Coro Nacional empezó a ser un reflejo de nuestra identidad fue cuando tomó la dirección el primer dominicano (don Luis Rivera) porque la importancia de los coros radica precisamente en representar la cultura del país que la sustenta.

EL CORO NACIONAL

Frank Lendor no quiere hablar de él sin hablar del coro o es que acaso como nacieron juntos se han convertido en indivisibles. Nunca ha tenido la necesidad de salir de esta entidad. A pesar de que se gradúo de abogado, a pesar de que ha trabajado en más de 70 áreas del servicio público.

Considera que el Coro Nacional es de los pocos en el mundo que no se han encasillado con un compositor o con un género “el coro nacional canta todos los géneros”.

Como momentos luminosos de esta entidad, cuenta el concierto en el Carnegie Hall en el 1976 y más tarde en la Catedral de San Patricio en Nueva York. Luego recuerda, que para esta misma fecha cometieron la osadía de cantar el himno dominicano en el palacio presidencial de Haití frente al dictador Duvalier y que esto fue considerado como una afrenta por el embajador de turno.

“Esa noche Papa Doc nos informó que recibiríamos una noticia que iba a alegrarnos a todos los dominicanos. Al otro día nos enteramos de que habían dado muerte a Johnny Abbes, el director del SIM junto a otros de los martirizadores del régimen de Trujillo”, recuerda.

El único momento triste que le llega a la memoria fue en una oportunidad en que un director pensó en disminuir los integrantes del coro de 60 a 40 perdiendo de vista “que con 40 no podían, montar las grandes obras. Las grandes obras necesitan grandes coros. El conjunto pequeño no da la calidad sonora”.

Nos repite que el Coro Nacional es el sostén de todos los coros y que no existe un buen cantante en el país que no haya estado en este conglomerado de artistas.

En todo el año 2005 el Coro Nacional estará celebrando los 50 años de su fundación. El Coro tiene como directora musical a Mayra Peguero –la única mujer que lo ha dirigido- y como director general a José Enrique Espín.

EN ULTIMA INSTANCIA

El abogado Frank Lendor se siente feliz porque ha participado en todo lo que se ha hecho en el género clásico en el país “le hemos dado la vuelta al país no menos de cien veces”.

Tras estos 50 años de carrera asegura que tiene el techo de su casa lleno de reconocimientos, pero que las que más atesora –además del citado Dorado- son el de profesor honorario de la Uasd y la Orden de Gran Caballero Duarte, Sánchez y Mella que le entregara Leonel Fernández antes de culminar su mandado del año 2000.

QUE BAJE DE LA LOMA

El que en cada programa lírico en que ha participado es reconocido por “su potente voz y chispeante personalidad” está orgulloso de haber cantado la obra I Pagliaci” de Leoncavallo “los barítonos del mundo le salen huyendo”, por lo que esta obra, que tiene un La bemol alto, se canta poco.

Otro de sus orgullos es haber interpretado junto a Teresa Garrigosa, Arístides Inchaústegui e Ivón Haza, Gloria de la misa solemne en re mayor del Opus 123 de Beethoven con motivo de la inauguración del Teatro Nacional el 16 de agosto del 1973 “que solo se montó esa noche”.

También el haber cantado en el concierto de viernes santo de 1992 en el que para sorpresa de muchos, hizo de tenor, nos explicó que no es tenor por el ancho de su voz y para que entendamos mejor sus condiciones vocales nos dice que Eduardo Brito era barítono alto y “yo canto hacia abajo”.

Frank Lendor quien cantó hace una semana en Bellas Artes a Rossini (La Calumnia de El Barbero de Sevilla) y en el acto a Los Héroes del 30 de Mayo canciones dominicanas asegura que “estoy cantando porque el sustituto no ha bajado de la loma. Cuando baje, con honores me retiro”.

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