¿Esperabas verdades? ¡Cuánta ingenuidad!

¿Esperabas verdades? ¡Cuánta ingenuidad!

¿Acaso pensabais que el Presidente de la República cumpliría con el mandado constitucional de rendir cuentas de su gestión desde febrero del 2015, hasta febrero de este año?
Hay que agradecer que el Presidente de la República no es un caradura, es un hombre de respeto y no iba a entrar en un ejercicio de birlibirloque, para encantar al país con fuegos fatuos verbales, empleando la nigromancia que dicen practicaban los célebres Mellizos de Palma Sola, acciones de las cuales el hoy mandatario pudo ser testigo y escuchó hablar en noches de vela allá en el profundo sur donde se confunden, desde siglos, religión y vudú, creencias y fe.
Pero, además, el Presidente de la República tiene una excelente memoria de la cual hizo galas más allá del telepromter o las prácticas nemotécnicas a las que se sometió desde muy joven el doctor Joaquín Balaguer, para aprender de memoria cifras completas contentivas de miles, centenas, decenas y hasta los centavos.
El Presidente de la República, como hizo Balaguer en sus Memorias de un Cortesano de la Era de Trujillo, olvidó todo lo que era importante, en aquella ocasión el caudillo de la Máximo Gómez soslayó olímpicamente temas vitales que debió esclarecer, pero el uso de su memoria selectiva se lo impidió. El Presidente de la República adoptó el mismo método.
Nos engañamos quienes pensamos que el Presidente de la República honraría la verdad, ¡craso error!
El Presidente de la República no se enteró de que están depredando los bosques de Constanza y haciendo pozos para sacar agua en la cabeza de los ríos. Obvió hablar sobre la represa de Barahona. Dijo que tiene un plan para la explotación de la inmensa riqueza de Bahía de las Águilas.
Habló como si no supiera qué ha ocurrido con la Oficina de Ingenieros de Obras del Estado y el ingeniero que se suicidó, abrumado por deudas ante la falta de cumplimiento en los pagos de cubicaciones añejadas.
Tampoco se enteró de las deudas con ingenieros que construyeron escuelas, con suplidores de comidas para escuelas. No habló sobre el plan de alfabetización que durará cuchucientos años.
No se refirió a los niños que deben cruzar un río para llegar a las escuelas.
No condenó el crimen de lesa humanidad que significa la tala de bosques centenarios para saciar la codicia de militares, políticos y funcionarios. Tampoco se refirió a la constante destrucción de manglares y se dedicó a encantar al país con fuegos fatuos verbales

Como todo está bien, el Presidente de la República no habló del manejo inadecuado que provoca la falta de aguas para el riego, para acueductos y provoca también la caída de la producción agropecuaria.

¿Esperabas verdades? ¡Cuánta ingenuidad!

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