Esperanza y fe en el porvenir

Esperanza y fe en el porvenir

SERGIO SARITA VALDEZ
De acuerdo con la mitología griega Sísifo fue perseguido por Zeus debido a que le reveló a Asopus, padre de la joven Aegina, que esta última había sido raptada por el primero. Zeus asignó a Thanatos que era el espíritu de la muerte, la tarea de encadenar al delator. El astuto fugitivo terminó siendo el encadenador por lo que hubo un lapso en que dejó de existir la muerte. Ante semejante osadía los dioses finalmente lograron condenar al burlador informante a la perpetua tarea de tener que subir una roca hasta el tope de una pendiente, desde cuya cima la gran piedra descendería de nuevo a su punto de origen.

Una lectura fatalista del mito nos haría pensar que luego de uno escalar posiciones altas en la vida estaría destinado a volver al sitio de partida. Algo así como la sentencia bíblica «del polvo viniste y en polvo te convertirás».

La vida social de los pueblos parece girar en ciclos tipo espiral; es también verdad que la vuelta en derredor nos va colocando a un nivel gradualmente superior en relación con el movimiento circunferencial que le precede. Es por ello que ni psicológica, ni social, ni biológicamente podemos regresar al punto inicial; todo está sometido a ley del cambio querámoslo o no. En la vida todo es ir no hay viaje de retorno.

La especie humana evoluciona de modo automático, eso sí, en ocasiones toma rumbos circunstanciales que le desvían temporalmente de metas favorables al todo con resultados catastróficos que a veces tardan mucho en recuperarse. Es en esos intervalos de pérdida cuando entran en juego factores tan importantes como la fe, el coraje, los grandes sacrificios y la decisión de marchar adelante aún en las peores de las circunstancias. Susan George, escritora nacida en los Estados Unidos, ciudadana francesa y residente parisiense, directora asociada del Instituto Transnacional de ¦msterdam, ha escrito recientemente el libro Otro mundo es posible si… Dicha obra enfoca desde diversos ángulos el tema de la globalización.

Susan hace suya la reflexión de Václav Havel, preso político por muchos años, quien al salir de la cárcel declaró: «No me considero un optimista puesto que no estoy seguro que todo terminará bien. Tampoco soy un pesimista ya que no puedo asegurar que las cosas terminarán mal. Esperanza es lo que encierra mi corazón. La esperanza es el sentimiento de que la vida y el trabajo tienen un gran significado. Todos tenemos acceso a ella sin importar las circunstancias del mundo que nos rodea. La vida sin esperanza es vacía, aburrida e inútil. No podría imaginarme luchando por obtener algo sobre lo cual no albergara la esperanza de salir airoso. Se trata de un don tan preciado como la vida misma».

A las frías, largas, oscuras y tormentosas noches de invierno les siguen los hermosos, soleados y bellos amaneceres primaverales. A las penas y a los dolores han de seguirles momentos de alegría y de gozo. Al desorden le sucede un nuevo orden. Eso nos lo enseña la experiencia histórica. Ahora bien, sin visionarios capaces de ver más allá de la miopía populista no podremos emerger victoriosos del fango pantanoso y palúdico al que nos lanzaron hasta el pecho las pasadas autoridades durante el cuatrienio 2000-2004.

Sabio resulta el consejo que un siglo atrás nos regalara Don Federico García Godoy cuando en su obra Trilogía Patriótica y El Derrumbe nos dice: » El político verdadero, el estadista sagaz, el hombre de gobierno, frente al conjunto de aspiraciones, anhelos y exigencias más o menos apremiantes que por virtud de cierto dinamismo social se producen en un momento dado, está en el deber imperioso, por previsión prudente y discreta, de escuchar a tiempo, oportunamente, sin indecisiones ni titubeos, esas voces que vienen de abajo traduciendo un estado de alma más o menos pronunciado del ser colectivo; murmullo tenue y suave al principio, más fuerte y resonante después, hasta trocarse en concierto de amenazas como en ciertos coros de la tragedia griega. En estas democracias de aluvión, inconsistentes, irreflexivas, impresionables, tales voces, inescuchadas o desatendidas, suelen llegar con frecuencia a extremos deplorables que hay que evitar a todo trance. Imperdonable es en un gobierno bien intencionado pretender con amenazas o subterfugios, contener o desviar esa corriente de opinión que persigue ansiosamente un objetivo determinado. Lo prudente en el hombre de gobierno es ponerse a la cabeza de ese movimiento o cuando menos encauzarlo hábil y provechosamente».

El pueblo dominicano luego del trauma de la recién pasada desastrosa gestión gubernativa perredeísta ha vuelto a ver crecer sus esperanzas y tiene fe en que el nuevo gobierno del Partido de la Liberación Dominicana con el Dr. Leonel Fernández Reyna al frente de la dirección estatal lo conducirá por los senderos de modernización y progreso que iniciáramos en el período 1996-2000. Estamos seguros de que la confianza nacional depositada en Leonel y su gobierno no será defraudada.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas