EL GENEINA. SUDÁN.  AFP.  Seis meses después de su despliegue en Darfur, la misión de la ONU y la Unión Africana, la MINUAD, no ha recibido ninguno de los refuerzos prometidos y se expone a perder toda su credibilidad en el seno de una población sudanesa harta de esperar soluciones.

Esta fuerza «híbrida» estaba llamada a ser la mayor operación de mantenimiento de la paz en el mundo, con 26,000 efectivos: 19,500 soldados y 6.500 policías.

Por ahora, sobre el terreno no son más que 9,200 militares y policías y 1,300 civiles.

Las promesas de traer paz a esta provincia sudanesa, cinco años después del estallido de un conflicto salvaje, han quedado en el aire.

Ningún Estado ha proporcionado los medios de transporte, cruciales para cubrir este vasto territorio de comunicaciones limitadas. Sólo Etiopía envió unos pocos helicópteros.

Los primeros batallones, dos contingentes egipcio y etíope, destinados a ampliar la fuerza africana desplegada sobre el terreno, el AMIS, se hacen esperar.    «No podemos reprochar a la MINUAD el hecho de que la comunidad internacional no haya enviado fuerzas», defendía recientemente su comandante militar, el general Martin Agwai.

En Darfur, los oficiales se desempeñan como pueden con los medios disponibles y se concentran en las patrullas.  «Nos estamos ganando una buena reputación, pero no durará mucho tiempo», advierte el general Balla Keita, comandante de la MINUAD en Darfur Occidental.  «A fuerza de decir a la gente que sea paciente, acabarán respondiéndonos que ya no pueden esperar más», señala.

Los hombres de la MINUAD, que multiplican las visitas a los campos de desplazados, explican que sus habitantes se quejan de la falta de alimentos.

Las frases

Balla Keita
Nos estamos ganando una buena reputación, pero no durará mucho tiempo».

Está bien que vengan a los campos. Son ustedes bienvenidos. Pero ¿de qué sirve si no están sobre el terreno?”