Espíritu de libertad

Espíritu de libertad

POR CLARA SILVESTRE
La vista es sencillamente espectacular. El cielo parece entrarse en la casa por todas partes, o por el contrario, la casa forma parte de un cielo azul,  que se luce imponente de día o de noche.

En estos espacios existe una constante: un aire de libertad que se respira en cualquier lugar de la casa. Una intención explícita se descubre: la idea de concebir espacios tan abiertos como las posibilidades lo permitan.

Nada de cornisas, rodapiés, jambas o molduras, pues su propietaria considera que la elegancia de un hogar moderno está lejos de la utilización de estos elementos, y sí tiene mucho que ver con la nitidez y perfección con que se instalan los materiales.

Una relación inseparable entre este espacio y la naturaleza hace idílico el lugar. Qué mejor espacio donde, durante el día, iluminado por el sol, se recargan nuevas energías, o donde en las noches, se puede disfrutar la espectacularidad de un cielo bañado de estrellas.

Esta residencia devela la espontaneidad de la arquitecta Ada Rivera, donde pasión, libertad y estilo son concebidos para conjugar en igual medida armonía y balance, porque definitivamente los espacios revelan el alma de quienes lo habitan.  

Como ha expresado, la casa es una puesta en conjunto de todo lo soñado, visto y vivido en sus viajes, en un recorrido por las cuevas y cavernas más primitivas hasta los palacios más suntuosos y ornamentados, concentrada en la búsqueda de un minimalismo puro y respetuoso, en el entendido de que cada detalle merece su espacio.

Ada juega y experimenta con los espacios, asumiendo que donde se ponen las manos se pone también la propia energía. Le da gran importancia al vacío, tanto como contar con una buena vista hacia el horizonte. Insiste en abrir los espacios, en donde también hay un interés por lo oriental, enfocándose en bañar su vida de la tranquilidad que el entorno le debe mostrar.

La casa ha sido bautizada por el arquitecto Gustavo Luis More como “Casa Cielo”, porque indiscutiblemente el cielo no podría pasar inadvertido ni mucho menos ser elemento del exterior.

“En la expresión artística de un alma libre y sin ataduras, se experimenta la existencia desde lo auténtico y lo real. Luego de pasar por diferentes etapas, ahora me encuentro en la modernidad contemporánea, sin olvidar detalles de estilo en la historia del arte que me han impactado e influenciado realmente, como es el art-nouveau”, apuntó la arquitecta Ada Rivera.

Al explicar que en el año 2003, luego de buscar un lugar apropiado encontró este maravilloso lugar que le permitió jugar con el vacío como elemento arquitectónico de recreación y función.

Así es como expresa, que basado en la transformación de lo ya existente, “procedimos a reordenar el espacio, procedimos a reconstruir y revestir, inspirada y apoyada en materiales como piedras, mármoles, vidrios, cristales, hierro, cemento visto, espejos de Murano, telas, maderas, creando un verdadero eclecticismo.

Dijo que el resultado fue una obra clásico-contemporánea-étnico-vernacular, por el hecho de que en ella existe un gran uso de materiales criollos, pero donde predomina un estilo minimalista sustentado en piedras y mármoles envejecidos, haciendo uso de materiales de alta tecnología.

Entiende que el vacío y una buena vista al horizonte son dos elementos esenciales que ayudan a expandir al máximo la creatividad, de ahí que insista siempre en abrir los espacios.

PERFIL

Ada Rivera nació en La Vega, donde estudió pintura y música en la Escuela de Bellas Artes. Cursa estudios de diseño y decoración en la Universidad Pedro Henríquez Ureña, y luego, a los 20 años viaja a Francia a estudiar artes plásticas en la Universidad de La Sorbonne de París. Después continúa sus estudios en Florencia, Italia.

Más tarde, durante 4 años, funge como ministro consejero en Asuntos Culturales de la embajada dominicana en Londres, involucrándose activamente con el arte, y estudiando curaduría en arte en Saint School of Arts.

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