Esposada en los barrotes de la cama donde permanece medicada a través de sueros, y con una sonda colectora de orina colocada dentro de su vejiga, continuaba ayer Elizabeth Silverio, en el Instituto de Cirugía Especializada, adonde fue ingresada de urgencia la tarde del lunes.

La puerta de la habitación donde reposa bajo cuidados médicos, está custodiada por dos miembros de la Policía, y en la clínica está prohibido dar informaciones sobre la paciente, centro de un escándalo.

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El domingo una jueza le impuso a Silverio tres meses de prisión preventiva a ser cumplidos en la cárcel de Najayo en San Cristóbal, imputada por supuestamente violar la Ley general de Salud número 42-01; el Código Penal en su artículo 405; y el 62 de la Ley general de Educación 66-97, al ejercer como médico y dirigir un centro especializado para niños con Trastornos del Espectro Autista (TEA) en esta capital, varios de cuyos padres se querellaron en su contra.

A solicitud de sus abogados Cándido Simón y Rafael Helena fue trasladada al centro médico.