Está bueno ya

Está bueno ya

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Es penoso leer en los diarios, escuchar en la radio y ver en la televisión que lo que se entiende como política es el ejercicio del insulto, de la mentira y de la demagogia. Los medios de comunicación están llenos de nada, de fruslerías, de florituras, de fuegos fatuos, mientras el país se deshace paso a paso, gobierno a gobierno. Ahora se habla el día entero del gobierno anterior y a cada rato surge la denuncia de un nuevo escándalo, sin que se proceda ante la justicia y a presentar las pruebas al pueblo, en un ejercicio verbal que se parece al calor del fuego, que daña aunque no quema.

Eso mismo ocurrió cuando don Antonio Guzmán tomó el poder, que Julito Ibarra Ríos recibió hasta máquinas de escribir y mimeógrafos que se llevaban altos funcionarios del gobierno de Joaquín Balaguer.

Y no hablemos de los 300 millonarios que dijo Balaguer que había hecho en su gobierno, al amparo del tráfico de influencias, los contratos graciosos de grado a grado y la sobrevaluación de todo tipo de compras.

Luego le tocó a Balaguer descalificar a Salvador Jorge Blanco para que no fuera candidato en 1990. Lo ninguneó, lo encarceló y lo eliminó de la carrera presidencial.

Balaguer fue sustituido por Leonel Fernández en medio de escándalos como el del Banco Agrícola y el del Instituto de Recursos Hidráulicos, para sólo citar dos casos.

Ni hablar de aquel contrato plagado de podredumbre con la empresa canadiense Hydro Québec Sofati y la célebre compra de plantas a gas cuyos resultados demostraron las ventajas obtenidas por los corredores, por los traficantes de influencias. Esos pecados no recibieron ni siquiera penitencia.

Hipólito Mejía decía tener varios expedientes que probaban la corrupción de funcionarios del gobierno de Leonel Fernández. El asunto se quedó en palabras aunque muchos personajes de ese gobierno no volvieron a trabajar después de su paso por el poder.

Vuelve Leonel Fernández y la misma solfa. Que si esto, que si lo otro, no ‘ombe no, que si patatín patatán, que si aquí la puse y allí la dejé.

Mientras, suena por allá arriba, cerca de la cabeza del río Birán, donde Chichí la Mula bailaba la guaracha con pasos que ni siquiera Kiko Mendive, un antecedente de la salsa, pero este aire dice:

Tongo le dio a Borondongo,
Borondongo le dio a Bernabé,
Bernabé le pegó a Muchilanga,
Le dio a Burundanga,
Le hincha los pies.
Madam Senéééé…

Y la música se pierde en la madrugada mientras el país espera que termine la chercha y los políticos se dediquen a servir al pueblo.

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