Esta desesperante situación…

Esta desesperante situación…

Sumido como está en una desesperante crisis económica, social, moral, de lo que menos debería hablar y escuchar el dominicano es de política porque son precisamente los políticos quienes lo han arrastrado hacia esa dura situación sin parangón en la historia, de la que dicen no habrá salida en muchos años. Pero, lamentablemente, ese es el tema que invade los ambientes, y el panorama que presentan todos, pueblo común y expertos politólogos, es realmente preocupante. Ninguno ve solución posible. Aun así, parece que la mayoría quiere volverse loca buscando respuestas que no encuentra y enturbian las reuniones más placenteras con sus sombríos análisis de insatisfacciones.

No despejan sus mentes disfrutando la letra magistral de una canción. No encuentran sabor grato a una copa de vino. El paladar no se deleita adivinando los componentes de un rico guisado. El amor no sabe a gloria y aunque supiera, no se alcanza el cielo porque tal vez los cuerpos están entregados pero las mentes divagan sin concentración pensando en la firma con el Fondo, en el asfixie de la clase media, en la desfachatez de algún candidato, en la credibilidad o no de la Junta o en la inestabilidad de la prima del dólar.

La desesperación es fuerte y el horizonte es realmente oscuro. Que le pregunten a los que están viviendo la amarga experiencia de un prolongado desempleo con una larga familia que mantener y educar, a enfermos sin esperanzas ni medicinas, a aquellos que han visto reducido su poder adquisitivo, vendieron el carrito, hipotecaron la casa, a los que viven huyendo a cobradores compulsivos, debido quitar el rojo a la bandera alimenticia eliminando desayunos y cenas o a los que cambiaron a sus hijos de la comodidad y la excelencia educativa de un colegio privado por la vergüenza de una deficiente escuela pública.

“Esto se jodió” es el detonante discurso generalizado y, aunque es verdad, ninguno se empeña en aprovechar al máximo los buenos momentos, aunque fugaces. Ni la pelota, que tanto apasiona al criollo, ha desplazado la cháchara política que lo golpea, el sentimiento colectivo de pesimismo y derrota. Dicen que evadir el cuestionamiento es irresponsable, alienante, hacer el juego a los explotadores y abusadores. Así, mientras dos o tres oportunistas se dan vida, la ciudadanía casi en general, que está muy mal, sólo ocupa su mente en la desgracia que la embarga y ya no hay artistas, paisajes, tragos, clima, música que distraigan las mentes preocupadas.

El manicomio debe haber rebozado su cupo y psiquiatras y psicólogos estarán de zafra. Porque el pueblo, en su desaliento, no quiere copiar el ruin descaro ni la incalificable indiferencia de los que están arriba.

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