POR MU-KIEN ADRIANA SANG
El Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo, tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Cuando José se despertó hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y tomó consigo a su esposa. Mateo, I, 20-24
Por aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía proceder a un censo en todo el imperio Todos pues, empezaron a moverse para ser registrados cada uno en su ciudad natal. José también que estaba en Galilea, en la ciudad de Nazaret, subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, porque era descendiente de David, allí se inscribió con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras estaban en Belén llegó para María el momento del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa. En la región había pastores que vivían, había pastores que vivían en el campo Se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de claridad. Y quedaron muy asustados. Pero el Ángel les dijo: No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor. Miren cómo lo reconocerán: hallarán un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre Lucas, 1, 1-12.
Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos magos que venían de Oriente, llegaron a Jerusalén, preguntando ¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo. Herodes y toda Jerusalén quedaron muy alborotados al oír eso Entonces Herodes llamó en privado a los Magos y les hizo precisar la fecha en que se les había aparecido la estrella. Después los mandó a Belén Después de esta entrevista con el rey, los Magos se pusieron en camino y fíjense: la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. ¡Qué alegría más grande: habían visto otra vez la estrella! Al entrar a la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y la adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra Mateo 2, 1-12. Esta noche es nochebuena. La gente está en las calles. Se siente el ambiente festivo. Las tiendas están llenas de gente que busca comprar el regalo adecuado para sus amigos y familiares. Las luces adornan la ciudad. Adornos navideños inundan las casas y las oficinas. Santa Claus y su risa estruendosa ha dicho presente. Muñecos de nieves, que discrepan con el clima tropical ocupan lugares especiales. Nacimientos como adornos se exhiben sin que nadie piense en su significado.
Pero, como escribí hace unos años, llegó otro aniversario del nacimiento de Jesús, el niño Dios, nacido del vientre de María, creado por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació en un pesebre rodeado de aldeanos y pastores, habiendo podido elegir la ostentosidad y el privilegio del poder, prefirió nacer y vivir entre los pobres. Me pregunto hoy también, como lo hice en aquella oportunidad ¿Qué ha pasado entonces en el mundo, que la celebración del nacimiento del niño Dios se celebra en un ambiente mundano, aparatoso y teatral?
¿Qué significado tiene la navidad? El nacimiento de Jesús debe ser el símbolo que nos invita a repensar nuestra propia vida para renacer cada año. Evaluar lo que hemos hecho, lo que dejamos de hacer para formularnos nuevos propósitos. Hoy 24 de diciembre en el nacimiento de Jesús, un ser cuya vida ejemplar teñida siempre de misterio, intento recuperar el eslabón perdido que me ayudará a encontrar sentido a estos días. Invito a sentir cada abrazo que ofrezcamos. Pensar que los regalos y los besos que ofrezcamos a quienes nos rodean, sean verdaderas expresiones de comprensión y amor.
Aceptemos los regalos que nos ha ofrecido la vida. Valoremos el regalo gratuito de la amistad y de la familia, los dos pilares de la existencia. Aceptemos el regalo del dolor y el sufrimiento, porque ellos nos hacen fortalecernos, pero sobre todo valorar mejor los momentos de felicidad. Aceptemos el regalo de nuestras virtudes y defectos, porque al hacerlo nos descubrimos como seres humanos.
Creo que nuestra humanidad se ha deshumanizado con el conformismo, lo obvio, lo fácil, lo que no crea problemas ni dificultades, porque ha hecho la opción de lo posible, olvidando que en el abismo de lo imposible se encuentra el gran misterio de la divinidad, y por qué no, el gran reto de nosotros mismos como seres humanos.
Que el espíritu de la navidad se haga presente entre nosotros. Que hagamos la opción de vida de transformar nuestra sociedad, haciéndola cada día más justa y más humana. Que el sentido del amor y la compasión a los que nos rodean puedan sustituir la ambición, el vicio, la envidia y la insensatez. Que en esta navidad recuperemos al verdadero Jesús, el profeta de los sueños imposibles, de las utopías transformadoras, de la bondad absoluta y el amor profundo. Que así sea. Amén.