El Canto I, del Infierno del inmortal Dante Alighieri comienza hablando de encontrarse en una selva oscura donde la recta vía estaba smarrita, es decir: extraviada, perdida, descarriada, turbada. Y se refiere a la selva, oscura, áspera y fuerte como al predominio del pecado y al abandono de la virtud.
Añadía él que tan amarga es, que poco más es la muerte (Tante amara che poco e piú la morte).
Aquí, en la República Dominicana, no cabe duda de que la recta vía está smarrita. No es que alguna vez haya estado infaliblemente perfumada de virtud y desprecio al pecado.
El humano ha sido siempre poseedor de los mismos defectos pero, en este ya agónico año 2009, se ha ido fortaleciendo un aterrador tifón de malignidad. El nivel de crueldad, injusticia, abuso, latrocinio y mentira desembozada, asombrosamente impúdica, excede todo lo que podemos recordar.
¿Qué nos ha pasado?
¿Dónde está el país que teníamos? Aún en la demencia del final de la dictadura de Trujillo, los torturadores tenían su territorio de horror en ciertas ergástulas.
La Policía Nacional tiene, desde su fundación trujillista, propósitos represivos, nunca preventivos ni apegados a fortalecer Ley y Orden. Eso se sabía y se sentía. Debo volver a mencionar a Ludovino Fernández, que era un firme servidor del Trujillo asesino.
Porque el dictador tenía fichas para todo, hasta para acoger, en sus tiempos de megalomanía controlada, consejos de clemencia y perdón para quienes verdaderamente conspiraban contra él.
Luego perdió la habilidad de manejo en el perdón y el castigo sangriento, pero, a lo que voy es a que ni siquiera el execrado Ludovino, permitió ni autorizó asesinatos masivos ni torturas horrendas como lo han hecho Jefes de la Policía de tiempos recientes, democráticos en ciertas breves zonas. El mal llamado Palacio de la Policía que no es palacio, por más que lo cubran de pinturas dulces y acogedoras y remodelen áreas- es un edificio repleto de terror, donde se cambian interrogatorios realizados mediante golpeaduras con bates de béisbol a través de una gruesa Guía Telefónica -para no dejar huellas visibles-, se cambian repito- por la práctica del Pollo al Carbón y más adelante, con la modernización, se usan choques eléctricos y tortura de asfixia por ahogamiento.
He tenido información confiable de que durante muchas jefaturas policiales, tales barbaridades se han llevado a cabo cerca del confortable despacho del Jefe de la ¿institución del orden?Los presidentes de la República se han quedado siempre por las ramas o por los ramos (con dos sentidos). Demolieron los terroríficos centros de tortura, las cárceles más inhumanas, la siniestra sede del Servicio de Inteligencia Militar, SIM. Pero la crueldad, el abuso, la injusticia y la mentira justificatoria prevalecen. Hoy más que antes.
¿Y qué pasa con el Presidente de la República: Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional?
¡Con tanta confianza que se depositó en él!