Estaba la pájara pinta

Estaba la pájara pinta

JUAN D. COTES MORALES
…sentada en su verde limón, con el pico recoge la rama y la rama recoge la flor. Después que los niños de todas las épocas entonaban esta inolvidable canción infantil, normalmente solicitaban se les narrara alguna historia o cuento antes de ir a la cama.

Hoy, parece ser, que la pájara pinta está sentada en la rama de la Policía Nacional para buscar una jeepeta y en ésta recorrer el país. La historia o cuento comienza más o menos así:

Erase una vez que vivíamos en un bello país en el cual los frenos sociales se rompieron, sus habitantes, que tenían un cruel tirano, comenzaron a vivir en democracia y tuvieron varios gobiernos, gobernantes, ministros, secretarios de Estado, jefes militares y, sobre todo, muchos partidos políticos con una gran cantidad de dirigentes que subían y bajaban con mucha frecuencia.

Evidentemente, la consigna en diferentes épocas consistía en «estar con el que está arriba o con el que manda» y hacer del país y de las instituciones públicas el paraíso de pelafustanes, pijiriguas, sicofantes, piojos resucitados, casas de juego o de coima, usureros y tramposos de toda laya y pelambre.

Pero resulta que un día, no se sabe cómo, llegó a la Policía la orden de acabar con la pájara pinta y quitarle a todos los oficiales los vehículos que no fueran de su propiedad, pero que ellos estaban acostumbrados a usar, no se sabe «por orden superior» de quién.

La verdad es que a mucha gente le cayeron los palitos en menos de 72 horas y comenzaron a decirle malhechores a todos, sin excepción.

Como es sabido, las narraciones togadas deben tener un final feliz y un protagonista bienhechor que se convierte en un verdadero héroe.

Sin embargo, en la ocasión, no está definido el perfil del héroe, lo cual resulta bastante extraño. Por ejemplo: a) no se ha dado a conocer la lista completa de los propietarios de vehículos sustraídos; b) se desconoce cuántos de esos vehículos tenían seguro general y si sus propietarios recibieron el pago de las compañías aseguradoras; c) ¿cuáles compañías aseguradoras fueron afectadas y cuánto pagaron por ese concepto?; d) ¿cuántos vehículos sustraídos fueron recuperados y entregados a sus legítimos propietarios o a las compañías aseguradoras?; e) ¿a cuánto asciende lo recuperado por las compañías aseguradas por concepto de ventas de salvamentos, o sea, partes de vehículos, especialmente chasis?; f) ¿cuántos de esos vehículos fueron comprados a crédito, de contado o traídos del exterior directamente por sus dueños?; g) ¿cuántas denuncias y querellas reposan en la Policía Nacional relacionadas con hurtos de vehículos?; h) ¿por qué las compañías aseguradoras después de pagar las indemnizaciones, no le han dado seguimiento y hecho suyas las denuncias y querellas de sus asegurados reclamantes?; i) ¿dónde está establecido que el Superintendente de Seguros y la Cámara de Aseguradores tienen facultad para acusar a la Policía como malhechores?; j) ¿cuántos vehículos, de los entregados, no corresponden con los indicados en las denuncias de sus dueños?; k) ¿cuál será el destino de los vehículos que no sean reclamados, ya sea por el estado de deterioro, por la imposibilidad material de determinar sus especificaciones en el motor, chasis, matrículas, placas, etc.? y l) ¿cuántos vehículos fueron reciclados, clonados o lavados y aparecen con placas, matrículas y nuevos colores?

Suponiendo que la pájara pinta se mude para la Fiscalía del Distrito Nacional, por dónde creen los policías que comenzará la otra investigación y, asegurando que así sea, podrá el fiscal determinar en cuáles instituciones del Estado existen «malhechores» que usufructúan vehículos y otros bienes que no son de su propiedad. Recuérdese, que hurto y usufructo, aunque este sea indebido, son dos figuras jurídicas totalmente diferentes.

Finalmente, creo necesaria la profilaxis policial, pero me aterra que no se diga nada del resto de la sociedad. ¡Chápiro!, ¡Ojo al Cristo!

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