Estabilidad y esperanza

Estabilidad y esperanza

Aunque no haya desaparecido el riesgo de rebrotes, República Dominicana ha seguido fuera de los niveles de contagios y mortalidad por la covid-19 que caracterizan a otros países más avanzados en vacunar pero más dados a saltar las restricciones que aquí tienen atenuada a la enfermedad.

Un año de toque de queda, dos semanas santas de asuetos restringidos, largos periodos de aulas vacías y sitios turísticos reducidos a mínimas ocupaciones han negado al temido virus mucha oportunidad de infectar sin que esto sea para cantar victoria ni hayan cesado los duelos por la pérdida de vidas muy valiosas.

La reanudación moderada y calculada de actividades vislumbra un mejor panorama a mediano plazo que resultaría más tranquilizador si llegaran nuevas vacunas.

El país ha tenido un proceso inmunizador satisfactorio pero se mantiene en riesgo por retrasos en arribo de dosis de los biológicos.

En nombre de todos los dominicanos, el presidente Luis Abinader levantó su voz en Europa contra el desequilibrio que a los suministros médicos han impreso los grandes poderes económicos y políticos del orbe.

Estados Unidos nada en abundancia de los patentizados que refuerzan organismos mientras sanciona o rechaza a los viajeros que le llegan de las latitudes frenadas de abastecimientos. Está dicho: una terrible enfermedad global debe ser combatida globalmente, cuidándose de males de allende las fronteras.

Lejos del oeste… pero cerca de PN

En un bar de Villa Riva, provincia Duarte, ocurrió un típico tiroteo brutal de cantinas frecuentadas por pistoleros de lejana época. Lo único es que en el episodio criollo con saldo de cuatro muertos y varios heridos, ocurrido a las tres de la madrugada y bajo toque de queda, la ley estaba en las propias narices de los ensangrentados protagonistas, suponiendo que la Policía siempre se sitúa del lado del orden y la Justicia.

La involución hacia vaqueradas trágicas no ocurrió a la vista de un sheriff indolente sino a la vera de un destacamento poblado de agentes del sueño pesado y olvidados de sus responsabilidades; o quizás familiarizados con la alegre afición a los gatillos de mortales parroquianos trasnochadores. ¡Vaya reforma que no llega! mientras la violencia retrotraída ya no viaja a caballo ni llega impregnada de olores a establos.

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