En estos momentos la unidad del PLD, la preservación de un clima de crecimiento con estabilidad y hasta de la supervivencia del actual sistema de partidos, descansa en los hombros y en las mentes de los dos grandes líderes del PLD: el Presidente Danilo Medina y el expresidente Leonel Fernández.

El PRD es el más viejo de los tres partidos y el que menos ha gobernado a fuerza de múltiples divisiones, de malos gobiernos, de hacerse oposición él mismo cuando estaba en el poder, y ahora se bate tratando de mantenerse como segunda fuerza en medio de un escenario con actores, cierta sociedad civil y un equipo mediático, que pretenden liquidar a Miguel Vargas Maldonado con la finalidad de que los fundadores del PRM recuperen la franquicia. Del PRM habrá que esperar si será capaz de superar la división interna por las aspiraciones de Hipólito Mejía y Luis Abinader.

El Partido Reformista, tras la desaparición física del Dr. Joaquín Balaguer, ha sufrido varios desprendimientos y en la actualidad, de acuerdo a las encuestas, es un partido minúsculo con pésimas posibilidades de ir solo a las elecciones, pero también con escaso caudal de votos para incidir en una primera o segunda vuelta.

Solo queda el PLD como fuerza organizada, con posibilidades y vocación de poder, que ha gobernado, cuando concluya este periodo, durante 16 años. Han logrado una sinergia partido-gobierno, sacaron el país de la peor crisis económica en toda su historia, han preservado un clima de crecimiento con estabilidad, se ha triplicado el PIB en apenas ocho años, han sembrado el territorio de una infraestructura de progreso, gobiernos catalizadores de los mayores niveles de inversión extranjera y local. Esos excelentes gobiernos y el lograr cinco victorias consecutivas han sido resultados de una visión-país de sus dos principales líderes, de la disciplina interna y de que han sabido resolver los conflictos de manera institucional.

Hoy el PLD se encuentra en una disyuntiva; o postula como candidato al ganador de la convención, que sin lugar a dudas lo será el Presidente del partido, por lo demás el puntero en todas las encuestas, o se lanza a la aventura de una modificación constitucional para permitirle a un presidente con altas cotas de simpatías optar por un segundo periodo

Independiente de los actuales niveles de aceptación del presidente Danilo Medina la reforma constitucional, para permitir un segundo periodo, demanda de un acuerdo entre los dos grandes líderes, atravesar el debate del referéndum, esperar la opinión del Tribunal Constitucional y, superados esos obstáculos, lograr agenciarse, por la vía que fuere, entre 20 y 25 votos de la oposición. Antes del montaje del capo Quirino Paulino había ligeras posibilidades para ese acuerdo, pero frente a la andanada de calumnias, el Presidente Fernández no puede retirarse porque sería admitir esas falaces acusaciones y concluir de mala manera una exitosa carrera política. Por esas y otras razones, el Dr. Leonel Fernández comenzó a calentar el brazo y a demostrar su poder de convocatoria a partir de este fin de semana.

La piedra angular la representa actualmente el presidente Danilo Medina, quien se debate entre cumplir su palabra y salir por la puerta ancha que le garantiza una vigencia más allá del 2020 o ceder a las tentaciones y “hacer lo que siempre se ha hecho”, o sea, impulsar una modificación constitucional a la medida de sus intereses. Ese debate interno con su conciencia, en un hombre de palabra y fuertes convicciones de su papel y el del PLD, de seguro es la causa del estrés y sus problemas cutáneos.

En Danilo Medina y Leonel Fernández descansa la responsabilidad de mantener la unidad del PLD, garantizar que continúe el progreso, la estabilidad y el crecimiento, y evitar que vuelva el retroceso o, lo que es peor, el surgimiento de soluciones alternativas con una “izquierda” sin experiencia de Estado y con ínfulas de “nuevo socialismo”. Hay que verse en el espejo de Venezuela. Yo confío en la visión de estos dos estadistas.