Estadísticas y percepción

Estadísticas y percepción

Hay un empeño tenaz de algunas autoridades por tratar de lograr que la gente le haga más caso a las estadísticas oficiales sobre violencia y delincuencia, que a la percepción de inseguridad que sobrecoge a cada uno de los dominicanos. Se trata de un esfuerzo inútil pues la mayoría no anda  cotejando cifras y promedios para darle una escala a sus temores. Sencillamente, la gente  siente miedo y se aterroriza al pensar que en cualquier momento un delincuente puede arrancarle la vida. La incertidumbre y la inseguridad jamás podrían ser neutralizadas con números y comparaciones con la situación de otros países.

El asesinato de  policías y militares para despojarlos de sus armas,  o a civiles para arrebatarles propiedades a veces de poquísima monta deja en el ciudadano común una sensación de indefensión que nadie va a borrar con el simple argumento de que ha disminuido la criminalidad. El verdadero esfuerzo que demanda la situación tiene que estar dirigido a atenuar o eliminar esa percepción de inseguridad por medios preventivos. Perseguir al asesino  y aniquilarlo, en “intercambio de disparos” o como sea, no es la solución que requiere este grave problema social, entre otras cosas porque ese método suplanta el papel de la Justicia y  en nada se atenúa la percepción de inseguridad. Mientras la gente se sienta insegura, indefensa ante la delincuencia, no hay numerito que valga.

Se nos desploma la catedral

Las advertencias están hechas: la Catedral de Santo Domingo, la primera erigida en América, está en peligro de colapsar. Su vieja estructura se ha deteriorado a tal grado, que expertos han sugerido evitar tocar las campanas por temor a que las vibraciones provoquen un derrumbe. Se trata de un monumento histórico muy valioso y un símbolo de la evangelización de América que debemos conservar como parte importante de nuestra memoria histórica.

Sería prudente que las autoridades competentes diseñen un plan urgente de consolidación de la estructura de la catedral, empezando por las partes más deterioradas y en riesgo de desplome. Voces autorizadas, conocedoras del tipo de estructura de la catedral, han advertido sobre los riesgos de que las vibraciones de las campanas o las que produce el tráfico en el entorno, o un ligero sismo, puedan provocar un colapso parcial o total. No permitamos  que se nos desplome este testimonio histórico.

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