Estado de sitio

Estado de sitio

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

El país está sometido a un Estado de sitio declarado, sin publicidad, por la delincuencia incontrolada e incontrolable que asedia a la sociedad dominicana en cualquier lugar, en cualquier circunstancia, con toda impunidad y con una débil e ineficiente respuesta del Estado.
Basta con pasar revista a los acontecimientos diarios publicados, que otros no llegan a los medios de comunicación, para darse cuenta de que, como dice el grupo venezolano Los Guaraguaos, “estamos prisioneros, carcelero, yo de estos torpes barrotes, tú del miedo”.
Si parafraseamos la frase, podemos decir que estamos prisioneros del miedo, del temor a que la delincuencia surja y se manifieste en cualquier lugar, en cualquier circunstancia, a cualquier hora.
Veamos:
-Matan a tiros militares a quienes disparan personas que transitan en motos. Aún las autoridades no han tenido la decisión de exigir que los que viajan en motocicletas usen cascos, los que manejan y los pasajeros.
-Militares y policías cómplices de atracos, contrabandos, tráfico de drogas, protección a drogadictos.
-Jueces comprados por abogados corruptos y por culpables irredentos.
-Comerciantes que alteran los productos.
-Funcionarios y adláteres que aprovechan su situación para traficar con influencias e introducir contrabandos.
-Permisos para importación de alimentos en el momento de la cosecha, lo que fuerza la baja en los precios en favor quienes otorgan los permisos y de los importadores.
-Tígueres armados que no vacilan en disparar cuando cometen toda suerte de atracos grandes o simples fullerías.
-Policías que disparan en lugares públicos, llenos de gente, sin parar mientes en los resultados de su acción
-El súper escandaloso caso de los 92 millones de dólares en coimas pagados por la Odebretch, mellizo de la hazaña cometida con el préstamo de la Sun Land, cuya investigación terminó en sal y borrajas.
Resulta curioso que los atracadores acudieran a un centro comercial importante del centro de Santo Domingo justo al momento en que se procedía a transportar valores y antenoche ocurrió algo más espectacular, también al disponerse el traslado millonario de valores, asaltaron otro importante centro comercial de manera espectacular, arrojaron gases lacrimógenos y disparos para amedrentar y para abrirse camino.
Todo ello, pese a que las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional patrullan las calles del país con millares de efectivos muy bien armados.
Efectivos que reaccionan luego de que ocurren las fechorías sin que se trabaje en la prevención de manera eficiente.
El temor crece. Las familias sufren cuando sus hijas e hijos van a cualquier lugar de diversión y ahora se han puesto de moda los atracos y asaltos en lujosos centros comerciales.
¿Adónde vamos, dónde nos divertimos, dónde compramos? ¿Quién tiene una coraza que lo protege de una bala perdida en un real intercambio de disparos?
El terror nos mantiene en un estado de sitio.

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