Estado de sitio

Estado de sitio

LEO BEATO
Estamos presenciando dos capítulos de una misma misión imposible: la tragedia de Irak y el melodrama repetido de cientos de redadas silenciosas contra los indocumentados en los EE.UU. Ambas son guerras fallidas. El senador Harry M. Reid, líder de la mayoría en el Congreso, refiriéndose a la invasión a Irak como «una guerra fallida» a pesar de las protestas de la Casa Blanca, usó la misma expresión refiriéndose a los indocumentados. La tragedia de padres arrestados en plena luz del día en sus centros de trabajo por la policía local, separándolos de sus hijos nacidos en los EE.UU., está a la orden del día.

La última ha sido en el estado de Virginia. Este tipo de escandalosas redadas las habíamos presenciado en las películas nazis contra los judíos, como en «La Lista de Schwindler» de oprobiosa memoria. Virginia Cueto y Manuel Osorio, cuyo hijo mayor, Ernesto, se encuentra en la segunda ronda de servicio en Irak con los Marines, acaban de ser arrestados en la factoría donde trabajaban. Sus dos hijas menores, de 14 y de 15 años, se encuentran huérfanas porque sus padres están en la lista de los «deportables». Debido a esta nueva estrategia para mantener al pueblo distraído de lo que en realidad está pasando el 65% de los ciudadanos, de acuerdo a las últimas encuestas, siente animadversión hacia los inmigrantes indocumentados, sin darse cuenta de que, de deportar de repente a los 12 millones de «ilegales» que trabajan en este país de inmigrantes, la economía estadounidense se desplomaría. Sucedería algo parecido a lo que pasaría si China pone a flotar los dos trillones y medio de dólares que tiene en sus reservas nacionales. Hoy por hoy este país tiene en sus manos la llave maestra de la economía norteamericana al poseer más de las dos terceras partes de su deuda externa total. Si se deshace de esos dólares pondría en jaque mate la estabilidad económica mundial.

Hay quienes tienen la osadía de culpar a los indocumentados de terrorismo, sin aportar ninguna evidencia que lo confirme, ignorando que éstos son responsables de casi 4% del PIB (producto interno bruto) de este país y del 60% de las remesas hacia sus países de origen, lo cual sirve al Banco Mundial y al Fondo Monetario para recomendar que parte de estas divisas sean incluidas en los planes para el desarrollo de la infraestructura de esos países. Solamente de enero a septiembre, los dominicanos ausentes han enviado cerca de 3,000 millones de dólares a su solar patrio. Sin embargo, William Gheen, presidente de la «Organización Norteamericana Para la Inmigración Legal», les echa la  culpa a los indocumentados de los crímenes cometidos en las calles estadounidenses. «A más indocumentados más crimen», ha dicho injustamente este personaje. Algo parecido ha dicho el senador por Arizona, Jon Kyl, quien ha afirmado que «el 10% de los que cruzan la frontera son criminales». El mismo presidente George W. Bush ha declarado que “es imposible deportar a los 12 millones de indocumentados que pululan por nuestras calles”. Este número es mayor que el total de la población dominicana, incluyendo a los que viven en Nueva York y en Puerto Rico y que el total de la población de los seis países centroamericanos (Panamá, Costa Rica, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala). Tomemos, por ejemplo, el caso de Guatemala donde anualmente se reciben más de US$5,000 millones de remesas familiares procedentes de los EE.UU., que constituyen uno de los renglones más importantes (sino el más importante) de la economía guatemalteca. De ahí que el cacareo de echarle la culpa a los indocumentados de todo lo que anda mal en los EE.UU. no sea más que un cacareo justificativo de tipo político para usarlos como el chivo expiatorio y distraer la atención de lo que en realidad está pasando. ¿Se trata de una estrategia para neutralizar la frustración masiva que se ha apoderado de los estadounidenses después de S/11 con sus secuelas de intervenciones en Irak y en Afganistán, donde han muerto ya casi 4,000 de sus soldados. Hay que echarle la culpa a alguien y nadie mejor que a los indocumentados. «El miedo ofusca a la razón», predijo en una ocasión Ike Eisenhower. Y el miedo irracional de identificar a alguien como «el culpable» (aunque sea totalmente falso) es una forma de tergiversar el sentido de culpa de los verdaderos culpables. 

Dos días después de que Michael Chertoff, el director de la Seguridad Nacional, y Carlos M. Gutiérrez, secretario de Comercio, comparecieran ante el país identificando a los indocumentados con la inseguridad que vive el país, la NBC presentó ante las cámaras de la televisión a un adolescente hispano indocumentado, acusándolo de ser el responsable del asesinato de dos estudiantes norteamericanas. El escenario parecía ya preparado, pues lo increíble del caso fue que el muchacho apareció sonriendo, como si no tuviera la más remota idea de lo que en realidad se le estaba acusando. 

De acuerdo con Cindy Sheehan, la madre de Casey Sheehan y uno de los primeros soldados estadounidenses caídos en Irak, a quien George W. Bush se negó a recibir, el hecho de que éste haya firmado una ley que le da amplios poderes para declarar al país en un estado de sitio si él lo considerara necesario (cerrando así temporalmente toda posibilidad de elecciones libres) es algo hoy día muy probable. Otro capítulo más del terrorismo de Estado que está haciendo añicos a la Constitución estadounidense. Sobre todo en estos días en que han aparecido las evidencias de que George Tennet, a la sazón director del CIA, sostuvo una reunión secreta con el presidente Bush, donde Tennet le comunicaba (mucho antes de la invasión a Irak) que ese país no tenía ninguna arma de destrucción masiva como se trataba de alegar para justificar esa ocupación. Sin embargo, se procedió con los planes haciendo caso omiso a esas evidencias. Algo parecido se está ahora planificando contra Irán. Mientras tanto, son los indocumentados los que están pagando el plato roto para distraer la atención.

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