Estado, nación o qué: Puerto Rico, el país sin bicentenario

Estado, nación o qué: Puerto Rico, el país sin bicentenario

San Juan, (AP).- Para Dayra Rivera fue como una bofetada en la cara de todos los puertorriqueños: Apple le dijo que no podía recibir el estuche gratis para el iPhone que se le entrega a los clientes estadounidenses.

Apple, que estaba entregando estuches de plástico para subsanar un problema con sus teléfonos que hacían que se perdiesen las llamadas, dijo que no hacía envíos «internacionales».

Tal vez no se enteró de que los 4 millones de puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses y que la isla está más cerca de la parte continental que Hawai. «Me sentí tratada como una ciudadana de segunda clase», expresó Rivera, de 46 años, gerenta de una tienda de ropas cerca de San Juan. Apple, sin embargo, no es la única que considera la isla tierra extranjera.

Otras empresas, políticos, figuras del espectáculo y a veces los mismos puertorriqueños no saben bien qué pensar de esta tierra en la que las distancias se miden en kilómetros y las velocidades en millas por hora. Puerto Rico y Estados Unidos son como esas parejas que llevan juntas mucho tiempo, pero nunca se han casado, y que hacen que se generen situaciones inciertas cuando los presentan durante una boda y otras actividades.

«Ella es una amiga especial». El comediante Larry David, en su programa de televisión, «Curb Your Enthusiasm», preguntó una vez: «¿Al final de cuentas, ¿qué es Puerto Rico?» Los propios boricuas se hacen esa pregunta muchas veces. Los puertorriqueños no han podido decidir si quieren ser un estado, mantener una relación intermedia o romper del todo con Estados Unidos.

Han votado tres veces en torno al tema, en 1967, 1993 y 1998, y en las tres ocasiones optaron por seguir como estado libre asociado. El asunto podría volver a plantearse en el 2011. El movimiento a favor de convertir a Puerto Rico en un nuevo estado de la Unión, que en la isla llaman la «estadidad», que controla la legislatura y la gobernación, espera convocar otra votación.

 Y la Cámara de Representantes estadounidense aprobó una ley por la cual el gobierno de Puerto Rico podría consultar a sus residentes si quieren cambiar el status de la isla. El tema no genera el menor interés en Estados Unidos.

Hace algunos meses, el candidato a la cámara baja Vaughn Ward, un republicano de Idaho, dijo en un debate que Puerto Rico era un «país». Cuando se le hizo notar el error, señaló: «En realidad no me interesa lo que es.

No tiene la menor importancia». Puerto Rico está bajo jurisdicción estadounidense —algunos dirían bajo el yugo— desde 1898. Sus residentes son ciudadanos estadounidenses desde 1917. En la isla hay 150.000 soldados retirados y tres cuartas partes de su Guardia Nacional ha sido movilizada tras los ataques del 11 de septiembre del 2001.

La isla se paraliza el 4 de julio, día de la independencia de Estados Unidos, en que abundan los fuegos artificiales. Los puertorriqueños, no obstante, no pueden votar para presidente y su representante en el Congreso estadounidense no tiene voto.

Pagan por las prestaciones sociales (Social Security) y el seguro médico (Medicare) de todo estadounidense. No pagan el impuesto federal a los ingresos pero sí pagan un impuesto local.

La AP considera a sus corresponsales en Puerto Rico como corresponsales extranjeros. Se habla mayormente español, pero la isla tiene dos idiomas oficiales, español e inglés. Hay un feriado nacional en homenaje al héroe de la independencia Eugenio María de Hostos, y Puerto Rico va con representación propia al concurso de Miss Universo y a competencias deportivas, incluidos los Juegos Olímpicos. ¿Confundido? El Congreso estadounidense también. Varios legisladores no sabían si debían llevar pasaporte para viajar a Puerto Rico, según relató más de una vez el senador de Nueva Jersey Robert Menéndez, quien es hijo de cubanos.

 «Es increíble el nivel de ignorancia que encuentro, no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo», comentó Joachim de Posada, escritor y asesor de empresas que vive en Puerto Rico y a quien con frecuencia le preguntan lo del pasaporte, según comentó.

Los puertorriqueños de Estados Unidos —que a esta altura son más que los de la isla— tampoco tienen muy en claro qué es Puerto Rico. Sonia Sotomayor, jueza de la Corte Suprema, declaró que sus padres, ambos boricuas, son inmigrantes. Sotomayor se cuida de no hablar sobre el estatus político de la isla. Otros no, incluido el comisionado residente Pedro Pierluisi, el único representante de Puerto Rico en el Congreso, sin poder de voto. «El interrogante no es si Puerto Rico va a ser un estado, sino cuándo va a suceder», afirmó. «No tengo ninguna duda de que hacia allí vamos». Héctor Pesquera, copresidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, tiene una visión muy diferente y cree que la estadidad acabaría con Puerto Rico. «La gente que vota a favor de la estadidad es como pollos que votan por Kentucky Fried Chicken», declaró.

El resto del mundo también tiene una actitud ambivalente hacia Puerto Rico. El Foro Económico Mundial menciona a Puerto Rico por separado en su ránking anual de competitividad.

Aparece en el puesto 41, mientras que Estados Unidos figura cuarto. Puerto Rico también figura por separado en la Encuesta Mundial de Gallup sobre los países más felices (está 23ro) y en la lista anual de Transparencia Internacional que evalúa los países por su corrupción (aparece 33ro entre los menos corruptos; Estados Unidos está 22do).

 Como estado libre asociado, Puerto Rico tiene cierta autonomía política y económica.

Puerto Rico, no obstante, no aparece en la lista de Forbes sobre países más propicios para invertir, no tiene una banca en las Naciones Unidas y no es invitada a la cumbre anual iberoamericana de naciones hispanoparlantes. «Tienes comida rápida, (las supertiendas) Costco, los centros comerciales.

Es todo muy estadounidense», expresó Adriana Pons, de 32 años, quien nació en la isla pero se radicó en Nueva York para ayudar con la planta embotelladora de agua de su familia.

 «Cuesta catalogarla. No es de aquí ni de allí». ¿Entonces qué? ¿Corresponde que los puertorriqueños reciban estuches gratis para el iPhone? Algunas empresas no hacen envíos a Puerto Rico para evitar conflictos en torno a derechos exclusivos de distribución con algunas firmas de la isla.

 Otras no lo hacen porque es muy costoso, a menudo más que el doble de lo que cuesta un envío a cualquier sitio de la parte continental. A veces las garantías no funcionan en Puerto Rico.

Esos mismos problemas persistirán si Puerto Rico pasa a ser un estado más. Rivera cree que esto es una injusticia y le escribió una carta al blog de defensa del consumidor Consumerist.com, que publicitó su causa, al igual que hicieron otros foros digitales.

«A mucha gente le irritó esto», sostuvo. «No tratan bien a Puerto Rico». Rivera dice que generalmente no se mete en debates en torno al estatus de la isla, pero que el asunto con iPhone hace que considere seriamente la estadidad.

 «Quiero que Puerto Rico sea un estado para que se resuelvan estas cosas», expresó. Una portavoz de Apple dijo que la cancelación del iPhone de River había sido un error, pero no explicó cómo fue que se produjo.

En agosto Rivera recibió un correo electrónico en el que se le informaba que el estuche estaba en camino. La carta estaba escrita en español.

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