Estados fallidos y soberanía

Estados fallidos y soberanía

HUGO GUILIANI CURY
Un Estado fallido tiene numerosas dificultades, las cuales se proyectan más allá de sus propias fronteras.  Su incapacidad para gobernar su territorio además de generar problemas a sus ciudadanos y vecinos más cercanos, es capaz de convertirse en un generador de conflictos a nivel internacional.  Lo que sucede es que un Estado fallido es un lugar preferido por las redes de narcotraficantes y terroristas quienes establecen sus bases operativas en esos países.

Como vivimos en un mundo abierto y globalizado en el cual la droga ha generado riquezas exorbitantes, y donde el terrorismo así como los armamentos de destrucción masiva también son una realidad, circunstancias estas que hacen posible que  los Estados fallidos se conviertan en una amenaza para la seguridad de las naciones más poderosas.  Esto ha dado lugar a que el concepto tradicional de “Soberanía” en el caso de los Estados fallidos se esté actualmente cuestionando en los principales círculos de poder y académicos de las grandes naciones. A pesar de esto los países desarrollados y su liderazgo político siempre han estado renuentes a cambiar el actual estado de cosas en torno al principio de soberanía. No obstante éstos han comenzado a analizar la conveniencia de utilizar otras alternativas para lograr que la ayuda internacional sea realmente efectiva en resolver las difíciles situaciones que se presentan en los Estados fallidos.  Existen en el menú disponible, cuatro alternativas principales que son las siguientes:

La Soberanía Convencional: El concepto de la soberanía convencional se apoya en el principio de Westphalian / Vatellian que señala el principio de la no intervención en los asuntos internos de otros Estados.  Este principio ha predominado en el pensamiento convencional pero históricamente no ha sido una estructura hegemónica dentro del ordenamiento jurídico y político de las naciones del mundo.

En países con problemas y también en Estados fallidos, la asistencia internacional y mantenido el principio de la soberanía ha tratado de lograr en esos lugares una mayor gobernabilidad canalizando enormes recursos financieros para reducir los niveles de pobreza, mejorar los sistemas judiciales, los mecanismos de la sociedad civil, la celebración de elecciones democráticas, el profesionalizar a los sistemas policiales y fortalecer los partidos políticos.  Un ejemplo reciente a nivel internacional es la iniciativa del Presidente George W. Bush conocida como “The Millenium Challenge Account (MCA)” que busca destinar recursos a países pobres que demuestren signos de que han mejorado en las áreas anteriormente señaladas.  Sin embargo  la efectividad de la ayuda externa en países que están cerca de ser o que son Estados fallidos  ha sido muy limitada.  Esto así porque esas iniciativas no funcionan en naciones donde no existen instituciones y a la vez porque utilizan métodos que provienen de experiencias de naciones ricas, las cuales no son siempre buenas en los países que la reciben.  Pongamos como ejemplo un caso reciente que es la ayuda dada por un grupo de países donantes a Haití.  El objetivo principal de esa cooperación se ha concentrado en lograr la celebración de elecciones democráticas.  La experiencia demuestra que esas elecciones no darán solución al problema haitiano, pero la comunidad internacional, con Estados Unidos a la cabeza  ha insistido en continuar con ese objetivo y en ello han gastado enormes recursos.  El primer revés ocurrió hace pocos días cuando las autoridades haitianas decidieron postergar la fecha programada de las elecciones que serían en noviembre de este año.  No obstante actuaciones erradas como la señalada, el pensamiento convencional se está viendo  obligado a evolucionar debido a que se reconoce la inefectividad de esas políticas pero principalmente por el peligro que a nivel mundial puede representar un Estado Fallido.

Administración Transitoria: Ha sido una forma de intervención usada por las Naciones Unidas para lograr establecer condiciones adecuadas para el desarrollo de ciertos países bajo el principio de soberanía convencional pero utilizando una especie de administración transitoria.  Desde la Segunda Guerra Mundial a la fecha han existido unos 124 casos de este género y como ejemplos podemos citar los casos de Kosovo, Bosnia y Afganistán.  Los resultados de este mecanismo han sido mixtos y el grado de las intervenciones en diferentes países han sido de una naturaleza variada, observándose que los mejores resultados se han obtenido en los casos más fáciles.

Fideicomiso de Facto: En este concepto se reconoce que los principales aspectos de soberanía tradicional son totalmente eliminados y delegados a una autoridad internacional por un tiempo indefinido.  En tiempos recientes, el pensamiento sobre este tipo de instrumento ha ido evolucionando positivamente y se estima que puede ser el más eficaz para ciertos Estados Fallidos.  En la administración del Presidente Clinton se consideró que la mejor opción para lograr un proceso de paz y reconstrucción en el Medio Oriente sería a través del establecimiento de un protectorado en Palestina.  Ese protectorado sería legitimado por las Naciones Unidas y los Estados Unidos jugaría un importante papel en los aspectos de seguridad y reconstrucción hasta que se establecieran las condiciones para que un gobierno palestino pudiese asumir el poder  bajo el concepto de Soberanía Tradicional.  No obstante que esto no fue realizado, se ha seguido profundizando en torno a este concepto y hoy en día ha resurgido como una de las mejores opciones. Para un Estado Fallido como Haití esta es la mejor alternativa.

Soberanía Compartida: Es una especie de asociación bajo el cual las autoridades locales delegan en externos el manejo y control de ciertas áreas del Estado por un tiempo indefinido.  Un viejo ejemplo de este tipo de acuerdo se tuvo durante el imperio otomano, cuando éste necesitó fondos para comprar armas en la guerra de Crimea.  En esa ocasión los gobernantes del citado imperio aceptaron que los prestamistas y ellos formaran un “Consejo Conjunto” que tuviera el control de los ingresos del gobierno hasta que se pagara totalmente la emisión de bonos.  Otro ejemplo lo fue Kuwait en el 1899 cuando sus gobernantes firmaron un acuerdo con Gran Bretaña para que los asuntos de política exterior fueran manejados por los ingleses mientras ellos mantendrían el control de los asuntos internos.  También existen casos recientes como el de los gobiernos de Chad y Cameroon quienes promulgaron leyes en que dividían en categorías diferentes los ingresos petroleros para que una autoridad externa los utilizara para invertir en los sectores de su economía que previamente habían determinado que eran prioritarios.  La experiencia histórica ha demostrado que el concepto de “Soberanía Compartida” es viable si existe un equilibrio real entre los actores internos y externos.

La realidad es que la soberanía de una nación reside en el Estado y si este no se encuentra debidamente organizado, no hay soberanía.  Esto así porque el Estado es la nación organizada, y no puede haber Estado sin nación.

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