Estados Unidos, Grecia y  mundo arden  por  la crisis financiera

Estados Unidos, Grecia y  mundo arden  por  la crisis financiera

Gideon Rachman
Tomó una crisis económica en Grecia en 1947 para forzar a Estados Unidos a asumir el liderazgo del mundo. Ahora, más de 60 años más tarde, otra crisis griega está mostrando lo que siente el mundo sin el liderazgo de EEUU.

En febrero de 1947, el gobierno británico, quebrado por la guerra y acosado por un duro invierno, dijo a América que ya no podría proporcionar ayuda a Grecia, que estaba al borde del colapso económico y de la guerra civil. Un cable diplomático británico en el momento registró la creencia en Washington de que “no debe perderse tiempo en arrancar la antorcha del liderazgo del mundo de nuestras manos”.

El presidente Truman fue ante el Congreso y solicitó US$400 millones en ayuda para Grecia, prometiendo que América ahora apoyaría a las personas libres que están resistiendo los intentos de subyugación”. Unas semanas más tarde, EEUU anunció el Plan Marshall, un enorme programa de ayuda financiera, dirigido a estabilizar el oriente de Europa completo.

El contraste entre ese entonces y ahora es contundente. Una vez más, una crisis económica que comenzó en Grecia está amenazando Europa. Pero esta vez no hay duda de que América está asumiendo el rol central en el manejo de la crisis.

Por supuesto, las dos eras no son lo mismo. Europa ya no está en el punto de destitución, como lo estuvo en 1947. Ni siquiera hay una “amenaza comunista” para enfocar las mentes en el Congreso.

No obstante, en el 2012 como en el 1947, existe un claro interés americano y global en juego en Grecia. Anunciando su plan, George C. Marshall, el secretario de estado, argumentó que la propia salud económica de América era amenazada por el caos en Europa y que EEUU haría todo lo que pudiera para ayudar “al retorno de la salud económica normal al mundo”.

Este es un principio que América ha aplicado consistentemente desde entonces. El grupo de oficiales de EEUU que diseñó las políticas para rescatar la economía global de las crisis financieras de Asia y Rusia a finales de la década de los 90 era popularmente etiquetado “el comité para salvar el mundo”. Este era un título pretencioso. Pero el punto en el fondo era válido. El mundo necesitaba el liderazgo de Washington y lo obtuvo.

Entonces, ¿qué ha cambiado? La falta de dinero es una gran parte del problema. América gastó el equivalente de un 5% de su producto interno bruto en el Plan Marshall. Eso no es factible ahora. Tim Geithner, el secretario de la Tesorería de EEUU, frecuentemente insta a sus colegas europeos a hacer mucho más para resolver la crisis de deuda. Pero, mientras él puede hablar suavemente, realmente él tampoco está llevando un gran libro de cheques.

No obstante, el liderazgo americano no siempre ha dependido del dinero. El comité para salvar el mundo no gastó una gran suma, sino que además estuvo operando en un periodo diferente. Menos de una década después del colapso de la Unión Soviética, y con la economía americana en auge, los legisladores de EEUU tenían la credibilidad y la confianza para dirigir. En gran parte, eso es lo que está faltando hoy. La crisis financiera ha tomado su cuota de la habilidad americana de persuadir, como también de sus finanzas.

La administración de Obama también ha tomado una decisión concienzuda para enfocar los recursos en Asia. EEUU ha decidido que los asuntos fundamentales geopolíticos y económicos en el próximo siglo se jugarán en el océano Pacífico. Así que, Europa y el Medio Oriente conseguirán menos tiempo, dinero y atención de parte de EEUU.

Las consecuencias de este cambio en el énfasis ya habían sido observadas el año pasado. Cuando Nato intervino militarmente en Libia en el 2011, EEUU asumió un rol de respaldo, aunque uno muy vital. Y mientras los oficiales de EEUU han acampado en Atenas este año, los principales americanos han adoptado un enfoque más pasivo. Hillary Clinton, la secretaria de estado de EEUU, viaja sin descanso. Pero ella visitó Grecia sólo una vez el año pasado, en ruta hacia la India.

La elección estratégica hecha por los americanos es lo bastante lógica. Asia es la región económica más dinámica en el mundo, y China es el superpoder emergente. En teoría, tiene sentido cambiar el enfoque de Europa hasta Asia.

El problema es que mientras los desafíos geopolíticos y económicos presentados por la crisis griega del 2012 no sean tan dramáticos como los de 1947, todavía siguen siendo muy serios. Si Grecia no paga, hay un alto riesgo de que una crisis financiera mayor en Europa se extienda a través del mundo.

Además, hay grandes problemas estratégicos en juego en el oriente del Mediterráneo. Del otro lado de la costa de Grecia, todo el norte de África, está en plena efervescencia. Las tensiones están aumentando entre Turquía, Chipre e Israel. El caos en Grecia ya está perdiendo los vínculos del país hacia la Unión Europea. China ha asumido un gran contrato de arrendamiento en el puerto de El Pireo y las oligarquías rusas pueden atacar de picada cuando las compañías griegas sean privatizadas.

La esperanza más deseada de América es que el manejo de la crisis del euro pueda ser subcontratado a Alemania. Luego, si Europa se pone por encima de su crisis de deuda, la Unión Europea puede  hacer más para manejar los problemas globales. El problema es que los europeos, sobre todo alemanes, se mantienen en desacuerdo.

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Renuencia

1.  El gobierno alemán ha estado renuente a proporcionar la mayor parte de los recursos financieros que Washington se mantiene instando a que sea Berlín que los provea.

 2. Los alemanes también han demostrado ser socios en desacuerdo en otras crisis globales. Un frustrado oficial del Pentágono exclamó recientemente: “Le dije a un colega alemán: ‘El mundo está ardiendo, ¿en qué ustedes ayudarán?’. Y él sólo se encogió de hombros”.

3.  En el 2012 los camiones se envían desde Berlín y Bruselas, tardíamente y mal equipados.

Fabricantes de autos alemanes aumentan las esperanzas

Duncan Robinson

Las cifras del crecimiento chino que resultaron mejor de lo esperado ayudaron a impulsar a los fabricantes de autos y las acciones industriales hasta la cima del FTSE Eurofirst.

BMW subió un 3.5% hasta 62.04 euros, mientras que Volkswagen ganó un 2.4% para llegar hasta 132 euros, mientras crecieron las esperanzas de una mejor proyección en China.

Los fabricantes automotrices de Europa son cada vez más dependientes de las ventas chinas, de acuerdo a los analistas del sector. “Este es especialmente el caso de los fabricantes alemanes”, dijo Daniel Schwarz, autoanalista del Commerzbank. “Su exposición a China es más alta que la de Peugeot, Renault o Fiat. BMW genera alrededor de un tercio de sus ingresos en China.

Daimler continúa su fuerte inicio en el 2012, aumentando un 3.8% hasta 40.85 euros. El precio de las acciones de Daimler se ha incrementado por un 40% desde  noviembre.

Sin embargo, las decepcionantes ventas pesaron sobre Peugeot ya que el fabricante francés tuvo un rendimiento inferior al resto del sector, subiendo un 0.7% hasta 14.22 euros después que este reveló un 19% de disminución en las ventas de diciembre.

El FTSE Eurofirst 300 se elevó  un 0.9% hasta 1,034.40, en un momento en que las acciones sufrieron las bajas de clasificación de Standard & Poor’s.

Las claves

1.  Dependen de China

Los fabricantes automotrices de Europa son cada vez más dependientes de las ventas chinas, sobre todo los alemanes.

2.  Continúa fuerte

Daimler continúa su fuerte inicio en el 2012, aumentando un 3.8% hasta 40.85 euros.

3.  Rendimiento menor

  El fabricante francés tuvo un rendimiento inferior al resto del sector, subiendo un 0.7 por ciento hasta 14.22 euros.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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