Leo Pérez Minaya 
A sólo 15 días para las elecciones del 8 de noviembre, Hillary Clinton luce imbatible. Así lo revelan los más prestigiosos modelos basados en sondeos como son The Upshot del New York Times, Five thirty eight y Real clearpolitics. Todos sitúan la nominada presidencial del Partido Demócrata con una posibilidad de 85% de lograr la victoria.
Después de los tres knock-out recibidos por Trump en los debates, la confesión de él mismo, donde señala que por ser “una estrella con poder” tiene derecho a manosear todas las mujeres casadas o solteras, esto último, exacerbado por la aparición de casi una docena de víctimas de este maniático depredador sexual.
Así mismo, con el destape que publicó el New York Times, donde se descubrió que él acumula 18 años sin pagar impuestos federales, y vanagloriarse que lo hizo por ser inteligente, evidentemente implicando que todos en el resto del país somos unos estúpidos, su candidatura viene como las leyes de gravedad de Isaac Newton, en caída libre.
El problema ahora es el Congreso Federal. Si los republicanos mantienen el Senado y la Cámara de Representantes, se opondrán a todo lo que Hillary proponga, igual que hicieron – y todavía les hacen – al presidente Obama desde hace seis años. Ella tendría que gobernar usando sus poderes normativos – órdenes ejecutivas o decretos -. Es por eso, la importancia que los demócratas controlen el Senado y reduzcan por los menos el margen de ventajas que tienen los republicanos en la Cámara de Representantes.
La magnitud de la victoria presidencial – mínima o abrumadora -decretaría el margen de movilidad de la próxima Presidenta. Si es mínima, se evitaría el apocalipsis de Trump y se bloquearía el programa radical de privatización de Paul Ryan, pero se avanzaría poco, en la agenda progresista. Sin embargo, se nombraría la vacante que existe en la Suprema Corte de Justicia, de modo tal de avanzar la agenda liberal con respecto a las leyes medioambientales, estancadas en el Tribunal Supremo de la nación, donde siguen durmiendo “el sueño de los justos”.
Si la victoria es abrumadora – y se gana por los menos el Senado – se reforzaría la red de la seguridad social, sobre todo los niños y las personas muy pobres. La victoria de Hillary por largo margen, también daría la oportunidad de lanzar inversiones cuantiosas para mejorar la infraestructura del país. Estoy convencido que en este aspecto se podría gestionar -con relativa facilidad- alguna cooperación en el Congreso con el apoyo de los republicanos. La creación de empleos y las reformas al problema de los emigrantes tendría prioridad, pues es una promesa de campaña.
Así las cosas, es importante que todos salgan a votar. Nadie debe quedarse sin ejercer ese derecho. No importa que el WSJ/NBC reporte que Hillary lleve una ventaja de 11 puntos a nivel nacional. La victoria abrumadora podría resolver muchas acciones pendientes.
