Estados Unidos pierde popularidad en América Latina

Estados Unidos pierde popularidad en América Latina

Quito, (AP).- Por primera vez desde la Guerra Fría, en cuestión de semanas llegará a las aguas de América Latina una escuadra naval rusa, a la que le aguarda una cálida bienvenida de parte de algunos países de esta región donde la influencia de Estados Unidos está en declive.

«No entiendo, ¨la Cuarta Flota de Estados Unidos sí puede llegar a América Latina y una flota rusa no?», dijo el presidente de Ecuador, Rafael Correa. «Si me preguntan, cualquier nación y cualquier flota que quiera puede visitarnos. Somos un país de puertas abiertas».

En casi todos los terrenos, Estados Unidos sigue siendo la potencia extranjera con mayor presencia en América Latina, incluyendo el área de comercio, la cooperación militar y la dimensión de sus representaciones diplomáticas. Sin embargo, el poder de Estados Unidos en la zona, que alguna vez consideró su patio trasero, se ha reducido quizá a sus menores niveles en décadas.

Mientras Washington concentraba su atención en el Medio Oriente, América Latina giró a la izquierda y otras potencias se afincaron en el área.

Y la crisis financiera estadounidense no está ayudando. Los países latinoamericanos, obligados por Washington a implantar dolorosas medidas de ajuste económico en los 80 y 90, miran espantados cómo Estados Unidos no puede controlar sus propios mercados.

«Nosotros hicimos nuestra tarea y ellos no. Ellos, que pasaron las últimas tres décadas diciendo lo que teníamos que hacer», afirmó el hombre que dirige la mayor economía de América Latina, el presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva.

Los más de 550 millones de habitantes de América Latina ahora tienen «motivos sobrados para ver en Estados Unidos una república bananera», dijo el analista Michael Shifter, del centro de análisis Diálogo Interamericano, con sede en Washington. «Las lecciones de Estados Unidos a los latinoamericanos sobre el exceso de ambición y la falta de responsabilidad hace tiempo que sonaban vacías, pero hoy suenan incluso más ridículas».

Del 2002 al 2007, la imagen de Estados Unidos se erosionó en las seis naciones latinoamericanas que fueron estudiadas por la firma Pew, especialmente en Venezuela, Argentina y Bolivia. Las otras son Brasil, Perú y México.

Personas entrevistadas en 18 países latinoamericanos calificaron al presidente de Estados Unidos George W. Bush como el menos popular de los mandatarios en 2007, junto al venezolano Hugo Chávez y apenas delante de Fidel Castro, de acuerdo con la firma Latinobarometro, de Chile.

En tres años de elecciones presidenciales y hasta fines de 2007, los latinoamericanos escogieron principalmente a dirigentes de izquierda y sólo Colombia y El Salvador eligieron líderes proestadounidenses. En mayo, el reconocido Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos declaró el fin de la era de hegemonía de Washington sobre las Américas. Y en septiembre, Bolivia y Venezuela expulsaron a los embajadores estadounidenses, acusándolos de complotar contra sus gobiernos.

Junto con una pérdida de espacio político ha llegado también un declive del poder económico.

La inversión directa de Estados Unidos en América Latina descendió de 30% al 20% entre 1998 y el 2007, de acuerdo con estudios de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).

Estados Unidos todavía mantiene un comercio de unos 560 mil millones de dólares con Latinoamérica, pero otros países han penetrado la región. El comercio de China con América Latina saltó de 10 mil millones de dólares en el dos mil a 102 mil 600 millones de dólares el año pasado, de acuerdo con Daniel Erikson, analista en Diálogo Interamericano.

En mayo, una empresa estatal china accedió a comprar una mina peruana de cobre en 2 mil millones de dólares.

Otros países también están compitiendo con las ventas militares de Estados Unidos en la región.

Boeing pelea con firmas de Francia y Suecia un contrato para la venta de 36 jets a Brasil.

Chávez se ha comprometido a comprar más de 4.000 millones de dólares en equipo militar ruso, desde aviones Sukhoi hasta rifles de asalto Kalashnikov.

En abril, Brasil y Rusia acordaron diseñar de forma conjunta un jet y vehículos para lanzar satélites. Brasil, además, está consiguiendo tecnología de Francia para construir un submarino.

«Se habrían podido hacer negocios similares con Estados Unidos si hubiera estado dispuesta a compartir su tecnología», dijo Geraldo Cavagnari, de la Universidad de Campinas, cerca de Sao Paulo.

El mes pasado, el primer ministro ruso Vladimir Putin le ofreció a Chávez ayuda para el desarrollo de tecnología nuclear. La misma Colombia, el aliado más fiel de Estados Unidos en Sudamérica, no está limitando sus opciones. Chávez dijo que espera realizar maniobras navales conjuntas ruso-venezolanas tal vez a inicios de noviembre.

Tras expresar a principios de octubre su alarma por la llegada de naves rusas a aguas del Caribe, su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, emprendió un viaje a Moscú para discutir «mejores relaciones» militares.

Bolivia también está buscando profundizar sus lazos con Rusia e Irán, aunque aún debe llegar al país el embajador de la república islámica y el único anuncio de compras rusas es de cinco helicópteros para la defensa civil.

El embajador de Rusia en Bolivia, de donde fue expulsado el embajador de Estados Unidos, dijo a la AP que Moscú tiene todo el derecho de ayudar a América Latina a armarse.

«Por supuesto hay que fortalecer la capacidad defensiva de los pueblos, de los países de América Latina, porque sabemos de muchos casos en la historia sobre las intervenciones norteamericanas en los países de América Latina, a la que (los estadounidenses) consideran como el patio trasero, que no lo es, por lo menos ahora», dijo el embajador ruso Leonid Golubev.

Thomas Shannon, subsecretario de Estado para el hemisferio, declinó comentar directamente sobre si Estados Unidos ha perdido o no su influencia en América Latina. Pero aseguró que no hay dudas de que Washington mantiene el mayor poderío militar en el Caribe y destacó que su país no tiene interés en revivir «la retórica de la Guerra Fría».

Shannon también subrayó el monto de la asistencia estadounidense en la región llegará a unos 2 mil millones de dólares en 2009, para totalizar los 14 mil millones de dólares durante todo el gobierno de Bush.

No obstante, los críticos destacan que casi la mitad de esa ayuda es militar o antidrogas y que Washington otorga más dinero anualmente sólo a Israel. Incluso la asistencia de Estados Unidos ha sido eclipsada por la chequera de Chávez, con entrega de ayudas y asistencia en petróleo.

Tales desembolsos han conquistado a algunos viejos amigos de Estados Unidos. El presidente de Honduras, Manuel Zelaya, dijo el mes pasado que tras hacer gestiones en vano ante Washington y el Banco Mundial, decidió aceptar de Chávez 300 millones de dólares en inversiones anuales para la agricultura y ayudar a combatir alzas de los alimentos.

Los amigos, dijo Zelaya, no ayudaron cuando lo pidió.

El presidente de Costa Rica, Oscar Arias, dijo que Venezuela le ofrece a América Latina cerca de cuatro o cinco veces más dinero que Estados Unidos. Costa Rica se ha convertido en el miembro número 19 de «Petrocaribe», a través del cual Chávez vende a países del Caribe y Centroamérica petróleo a bajas tasas de interés.

El actual perfil desdibujado de Estados Unidos en América Latina con la imagen positiva que hubo había en la región desde los años 30, en que se instauró la política del «buen vecino» de presidente Franklin Roosevelt. Entonces esa influencia se manifestaba en la cooperación y el comercio en vez de lo militar.

Ha habido grandes auxilios como los 20.000 millones de dólares que Washington entregó a México en 1994 para enfrentar una crisis económica por la devaluación del peso. Como indicó el ex subsecretario de Estado estadounidense Otto Reich: «Somos la oficina de asistencia a la que acuden primero en la región».

Pero Estados Unidos tiene un negativo legado de intervenciones en países como Chile, Nicaragua, Guatemala y Cuba.

La presidenta chilena Michele Bachelet fue encarcelada y torturada en los 70 por la dictadura chilena, que contaba con el respaldo militar de Estados Unidos. Hace poco recordó un chiste dicho al embajador de Washington en Santiago: «Algunos dicen que la razón por la que nunca ha habido un golpe de estado en Estados Unidos es porque no hay embajada de Estados Unidos en Estados Unidos».

Estados Unidos también ha servido como el centro educacional de la elite de América Latina. El presidente Correa está entre los mandatarios con un título de universidades estadounidenses, aunque eso impidió que acusase a la CIA de infiltrar a los militares ecuatorianos o rehusarse a renovar un acuerdo para el funcionamiento en su país de una base militar de Estados Unidos.

Con Estados Unidos encarando su propia crisis financiera, es poco probable que Washington consiga revitalizar a corto plazo su influencia económica en América Latina.

Dan Restrepo, asesor para América Latina del senador y candidato presidencial estadounidense por el Partido Demócrata Barack Obama, admitió que éste esencialmente propone un giro simbólico de estilo, creando un enviado especial de la Casa Blanca para la región.

«Barack no ve a Estados Unidos como el salvador de América Latina, sino como un socio constructivo», dijo Restrepo a la AP.

El ex subsecretario Reich, actualmente asesor del rival de Obama, el senador del Partido Republicano John McCain, y quien trabajó en la región para tres presidentes republicanos, lo describe con mayor franqueza.

«No importa quien sea elegido en noviembre, no habrá dinero para América Latina», dijo.

«Los latinoamericanos que esperen recursos financieros o cualquier tipo de ayuda de Estados Unidos», dijo Reich, «se equivocan feo».

Los corresponsales de The Associated Press Dan Keane en Bolivia, Eduardo Gallardo en Chile y Stan Lehman en Brasil contribuyeron a esta información.

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