Estadounidenses listos para probar los «frutos prohibidos» de Cuba

Estadounidenses listos para probar los «frutos prohibidos» de Cuba

LA HABANA.  Podría llamarse diplomacia del ron y el tabaco: los pocos estadounidenses autorizados para visitar Cuba están ávidos de llevarse a casa por fin los «frutos prohibidos» de la isla comunista. Mientras Washington y La Habana buscan normalizar relaciones, el presidente Barack Obama autorizó este mes a los viajeros estadounidenses a llevarse 100 dólares en ron y tabaco cubanos.

«Esto ha sido una noticia trascendental, después de tantos años tener esta apertura ya es un paso gigante para las dos naciones», dice a la AFP Alexis Batista, barman del Museo del Ron de La Habana.

«Es algo muy positivo para la economía, que fluya más el comercio entre los dos países. Es algo que debe beneficiar el pueblo», agrega mientras muele trozos de caña de azúcar para hacer «guarapo» (jugo) para unos turistas europeos.

La compañía de ron Havana Club -copropiedad del gobierno cubano y el gigante francés de los licores Pernod Ricard- está lista para venderles a los visitantes norteamericanos, pero también tiene una estrategia para entrar al mercado estadounidense si termina el embargo a la isla, vigente desde 1962.

Los vendedores de habanos también desean ver a sus vecinos del norte guardando puros Cohiba y Montecristo en sus maletas. Por ahora tienen que conformarse con venderles a los pocos estadounidenses que visitan Cuba bajo ciertas condiciones, pues el turismo normal seguirá prohibido hasta que el Congreso estadounidense levante el embargo. La estadounidense Meryl Cohen, de 29 años y residente de Washington, planeaba comprar habanos y ron en su visita con un grupo judío.

«Es más simbólico que nada, pero muestra que los estadounidenses pueden ser turistas como todos los demás y participar en un gran símbolo de la nación cubana, el ron y los puros», dice. Su grupo viajó con licencia religiosa, una de las 12 categorías autorizadas por Washington para visitar Cuba, que bajo las nuevas normas no necesitan permiso previo para el viaje. Robert Raisler,

programador de computación jubilado de 78 años en visita educativa, admite que compraría ron y habanos, pero antes quiere ver los precios.

«Cuando recién planeamos este viaje, se nos dijo que no podríamos comprar nada», explica. «Y cuando el presidente Obama dio su discurso sobre abrir un poco las cosas, supimos que el nuevo límite era de 100 dólares.

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