Estafas electrónicas

Estafas electrónicas

ANTONIO GIL
Con la popularización de la Internet han surgido los «estafadores y ladrones electrónicos» que siguen aprovechándose de los incautos, pero ahora con el correo electrónico. El candado contra estos ladrones es simple: Nunca suministre a nadie que le pida por la Internet o por teléfono sus datos y, mucho menos, dé números de cuentas bancarias, de tarjetas de crédito o información personal de ningún tipo.

Uno de los trucos de estos «estafadores electrónicos» consiste en informarle, mediante un ‘email’, que usted tiene depositada una enorme suma de dinero en un banco. Muchas veces le informan que es un banco estadounidenses y que su dinero está en dólares. La mención de la palabra dólares es una forma de cebar la trampa para hacernos ceder más fácilmente abriéndonos el apetito de la ambición, porque a los dominicanos, victimizados por las devaluaciones, la moneda de Estados Unidos nos parece más grande que los pesos.

Esta carta del correo electrónico llega con todos los signos de un documento válidamente emitido por un banco estadounidense. Tiene logotipo y membrete con dirección, teléfonos y hasta una dirección electrónica. Está escrita muy correctamente y con la fría y breve formalidad de una carta comercial que es hecha por una persona que está sentada en un escritorio, cuyo único oficio es resolver estos problemas. Muchos de los datos que le dan usted los conoce si tiene cuentas en esos bancos y el membrete es auténtico. Pero tome en cuenta que puede ser una mascarilla electrónica que encubre al estafador. Todo lo que usted escriba en respuesta a ese «email mascarilla» nunca llegará al banco sino a manos del estafador.

Mucha gente, de seguro, tiene dinero en estos bancos, pero la gran mayoría no tiene. En cualquiera de los dos casos el estafador ceba el anzuelo porque únicamente tiene las de ganar.

Si usted tiene depósitos en uno de esos bancos que supuestamente le escribe, nunca envíe información personal, sobre cuentas, tarjetas de crédito ni nada semejante por email. Si es su banco realmente tiene que saber eso.

Son esos datos lo que espera el estafador para robarle lo mucho o lo poco que usted tenga y hasta crearle una deuda o un demoledor dolor de cabeza haciéndole cargar con deudas en tarjetas de crédito.

Si no tiene depósitos en esos bancos, simplemente no les haga caso, no hay que responder. Mucha gente tentada por la idea de que los bancos se equivocan o de que un tío desconocido pudo haberle dejado una enorme fortuna en herencia, cae en la red del estafador.

Olvídese de las fortunas que aparecen como la cueva de los ladrones que se encontró Alí Babá. Lo que quiere el estafador es que usted le dé la clave de su cueva. A Alí Babá le bastó con esconderse detrás de una piedra para escuchar cuando el jefe de los 40 ladrones dijo: «Ábrete sésamo». El moderno estafador está detrás del email.

No deje escapar ninguno de sus datos personales por la Internet. No importa cuán tentadora parezca la oferta.

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