¿Estamos atrapados?

¿Estamos atrapados?

Entre los grandes pensadores y voces sensatas se escucha un llamado a que en el mundo se construyan valores éticos y un alto sentido de responsabilidad en el cuidado de la madre naturaleza.

Las sociedades han entrado en un caos peligroso.

En toda la tierra lo que prima ahora mismo es la ambición, el egoísmo, el lucro personal y la explotación contra los demás.

Pensemos. Todo está en manos del capitalismo.

Son los llamados G-20 (los veinte países más ricos del mundo) quienes trazan las políticas que afectan a las otras 172 naciones que restan en el globo terráqueo.

Pero los G-20 defienden sus intereses, aún cuando signifique afectar el equilibrio de la naturaleza y la buena convivencia humana.

Aunque afectan el medio ambiente mundial, las chimeneas de las grandes industrias norteamericanas y europeas no paran.

Las guerras modernas es por el business. Liberados del terror del comunismo, la tiranía y el militarismo, el sistema se mueve en una democracia que permite la ampliación de la brecha entre los pobres y los ricos, generando violencia, corrupción y violación a las leyes.

El pueblo decide, pero los candidatos son solo miembros de la oligarquía, cuyos intereses se defienden desde el poder.

El 20% de los seres humanos tiene en sus manos las riquezas que corresponde al otro 80%.

Por eso insistimos en que el problema de la humanidad hoy día no es la falta de leyes, de organismos ni de mucha filosofía, sino de un cambio en el corazón del hombre. Hemos llegado a un punto muy peligroso y del cual no se tiene ni la más mínima idea de cómo es que vamos a salir.

De seguir este rumbo, la humanidad se encamina al cumplimiento de las predicciones planteadas en el libro de Apocalipsis.

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