Tomando como fundamento el contenido de un artículo anterior, un lector me inquiere si los dominicanos estamos hoy en mejor situación económica que hace cinco años.

Me apresto a darle una posible respuesta, aunque confieso que no tengo la verdad absoluta en mis manos.

Me apoyo en los números y en las experiencias que se viven a diario.

He dicho, sin embargo, que nuestras estadísticas evidencian subregistros notables, debido muchas veces a que el encuestado ofrece cifras irreales, siempre inferiores. ¿Le temen a una persecución fiscal?

Pero el Índice Económico de Páginas Amarillas, en su volumen 3, muestra que los negocios en el 2007 crecieron en un 15.9 por ciento.

Se aprecia, no obstante, un decrecimiento en la actividad comercial en comparación con el 2006, cuando se registró un 19.6 por ciento.

Desconozco cuál será el comportamiento de la economía en este 2008. El Banco Central precisa que en el primer semestre creció 7.5 por ciento.

Un elemento resaltante es que los establecimientos de mayor expansión en los últimos años son los colmados, salones de belleza y oficinas de abogados.

No es buen parámetro ese tipo de negocios para medir el bienestar del dominicano.

Como tampoco lo es regirse por la cantidad de gente que acude a un espectáculo, a un restaurante o colmadón.

Son muchos los factores que intervienen en el progreso de una comunidad.

Lo primero es que la persona tenga un empleo seguro y bien remunerado.

Y que haya estabilidad en los precios de los bienes de consumo diario.