¿Estamos preparados?

¿Estamos preparados?

La temporada ciclónica nos coloca ante la perspectiva de contingencias como  azote de huracanes y tormentas, inundaciones, crecientes de ríos, corrimientos de tierras, derrumbes, damnificados, escasez de alimentos y agua y condiciones sanitarias muy precarias.

Para hacerle frente a todo esto se necesita personal adiestrado en manejo de desastres,  ambulancias debidamente equipadas y equipos de apoyo, medicina de emergencia, apoyo logístico y recursos financieros para cubrir eventualidades. Todos estos recursos deben servir para apoyar un programa que contemple todas las fases posibles de prevención.

 Aquí, según expertos, nos faltan al menos doscientas ambulancias debidamente equipadas exclusivamente para apoyar los programas de emergencia. Por otra parte, el hecho de que se permita que muchas familias retornaran a  lugares de alto riesgo, en los que han ocurrido grandes tragedias, indica la ausencia de una política de prevención. Estar preparados para enfrentar el desastre no es una condición únicamente para después que ocurran las cosas, sino especialmente para antes y durante la ocurrencia. Si  nuestro sistema de socorro llenara esas exigencias podríamos decir que estamos preparados para hacerle frente a las eventualidades de la temporada ciclónica que empieza dentro de unas horas. Por razones obvias, no podemos afirmar que estamos preparados.

 

Nuestra gran deuda de honor

Este país estará en deuda permanente con el puñado de hombres que el 30 de mayo de 1961 se jugó la existencia en una gesta que significó el inicio de nuestra vida en democracia. No hay plazos ni términos para amortizar esta deuda de honor y gratitud, de reconocimiento al arrojo y al sentido patriótico que entrañó la eliminación física del tirano Rafael Leónidas Trujillo.

Fue a partir de esa muestra de valor que los dominicanos empezamos a conquistar las libertades públicas y los derechos ciudadanos conculcados por el poder omnímodo de un hombre que no sintió jamás respeto por la dignidad de este pueblo. La ejecución del tirano, según los testimonios, fue una decisión de estos dominicanos, sin la influencia de personajes o poder extranjero. Lo menos que podemos hacer es sentirnos eternamente agradecidos y permanentemente endeudados con estos hombres que cometieron este acto suicida por las libertades de  su pueblo.

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