Como las flores recobran su protagonismo en primavera, ahora las vemos enseñorearse y entrar de nuevo al mundo del textil en coloridos y compactos estampados.
Ahora vuelven solitarias, en gran tamaño, y en pequeños capullos, selladas en blusas, faldas, fluidos vestidos, pantalones y chaquetas reviviendo una moda setentona que tanto influyó en la forma de vestir en las mujeres de la época.
Pero no solo las flores tienen el privilegio de pertenecer a ese mundillo de múltiples colores, sino también las figuras geométricas y asimétricas que agregan a las piezas un toque femenino y de elegancia.
Los brocados, chifones, sedas, algodones, licra, denim, lamé y organzas son algunos de los materiales de fibras naturales y sintéticas usados en la elaboración de prendas y accesorios en aquellos colores psicodélicos que hicieron furor en la década de los años setenta.
Reconocidas marcas traen en sus colecciones para esta primavera-verano una gran cantidad de pieza en vivos estampados y una de ellas es Desigual, con sus instalaciones en Blue Mall.
Reminiscencia. Las telas estampadas surgieron en los años 20 y desde entonces jamás se detuvieron. Acrecentaron su uso durante la II Guerra Mundial, una época de precariedades económicas que forzó al mundo de la moda a reciclar. Celebridades como la actriz británica Margaret Vyner recurrieron también al uso de prendas en estampados, tal como se lo imponía la situación en ese momento.