La toma de decisiones humanas depende de varios sesgos
Este “conversatorio, permítanme mis amables lectores, dedicarlo a la memoria de mi padre José Silié Gatón y a la del muy querido tío Fernando, ambos fueron prestantes maestros jurisconsultos, a ellos in memoriam; pero por igual también a mis dos hijas, a mis dos yernos y a tres de mis sobrinos, quienes son todos ellos abogados en exitoso ejercicio.
Como usted comprenderá en función de lo antes indicado, nací rodeado de una biblioteca jurídica, las obras leídas en mi adolescencia tenían siempre algún substrato jurídico.
Abrí mis ojos viendo el sombrero negro hexagonal usado por los abogados en las audiencias judiciales con sus borlas de seda, en mi padre cambiaron desde el color blanco, por el ejercicio privado hasta el azul, al él ser procurador. Pero no quise seguir la prestigiosa estirpe familiar de una muy acreditada jurisprudencia y me hice médico, profesión que me ha dado mil satisfacciones y la que otra vez con el mismo amor volvería a ejercer con sumo agrado, este honroso oficio hipocrático de curar el cuerpo y el alma.
Sabemos que los marcos legales tradicionales y convencionales conciben el derecho como una práctica puramente racional, libre de afecto o intuición. Sin embargo cada vez más hay evidencia sustancial indicando que la toma de decisiones humanas depende de varios sesgos. Un trabajo de investigación muy completo sobre el tema, publicado en Humanities and social sciences communications (7-103, 2020).
Allí se señalan los tres principales factores de sesgo que son fundamentales para la toma de decisiones en la jurisprudencia.
Primero, las interferencias de los estados mentales, sociales y políticos, factores críticos en las deliberaciones morales y legales. En segundo lugar, los elementos que activan respuestas emocionales, como el uso de un lenguaje grotesco para describir el daño, que también pueden sesgar la toma de decisiones.
Y, en tercer lugar encontramos a las respuestas emocionales, las cuales pueden ser amplificadas por estados fisiológicos personales en curso, como la frecuencia cardíaca, el estado anímico, etc. Se sabe que las palabras escogidas para comunicar el evento pueden tensar la percepción del hecho, sobre todo porque, al comprenderlas, nuestro cerebro recrea o simula la información comunicada.
En este período de pandemia de cierto ¨¨encierro¨, he vuelto a releer a Frank Kafka y su novela ¨¨El proceso¨¨, su obra principal basada en la deformación metafísica del hombre de nuestro tiempo, por igual a Ernesto Sábato, en su obra ¨¨El túnel¨¨, donde Juan Pablo Castel aceptó la historia de su crimen. Cerré mis ojos y volví a releer a Cesare Lombroso, criminólogo y médico italiano, que trató de clasificar a los criminales por sus rostros, fue fundador de la Escuela de Criminología Positivista, luego sus juicios fueron invalidados científicamente.
Volviendo al juicio ético y moral, ellos concluyeron en la investigación antes citada que los abogados y jueces no pudieron evitar esos sesgos lo cual podría afectar aspectos de los procesos judiciales, desde el aporte de las evidencias al juicio hasta las decisiones de las sentencias.
Este resultado destaca entonces la importancia de reconocer explícitamente la presencia de sesgos en los escenarios legales, lo que obliga a trabajar en programas de instrucción en el ámbito penal; en la identificación y corrección de estos sesgos para favorecer que los procesos de justicia sean más equitativos En esta investigación se demostró que, tanto jueces como los otros abogados investigados, no fueron inmunes al ¨¨efecto de magnificación del daño¨¨tal como los controles, y los expertos estudiados, sobrestimaron la magnitud del daño causado intencionalmente.
Permítanme terminar con juicios de mi padre, en su obra ¨¨Instituciones de Derecho Público¨´, en su página 21, señala: ¨¨El reto que plantea al Derecho, en la aplicación de sus principios de manera equitativa, firme y lógica es inmenso. Sus efectos deben tender a la formación, perfeccionamiento y preservación de la sociedad, hasta donde constantemente llegan sus consecuencias. Más, para su propia autonomía y buenos resultados, el éxito radica en la adecuada forma del nacimiento y aplicación de la ley, que juega un papel motor en la sociedad, y que a la vez es el regulador de la vida en común. Esto, si se quiere, es la médula del Derecho¨¨.