Estantes probióticos

Estantes probióticos

En algunos mercados de Europa se exhiben los productos a la venta, de un modo atractivo y hermoso. Los mercaderes cumplen con obligados “requisitos” de higiene y limpieza, como es de rigor. Son requerimientos municipales y de salud pública. Muchos vendedores de vegetales montan un verdadero espectáculo para los ojos del visitante. Ajíes, tomates, pimientos rojos y amarillos, limones, cebollas y naranjas, son colocados en un orden especial, tomando en cuenta masas, conjuntos, colores, como si el dependiente preparara una “instalación” artística. Puede decirse que son “composiciones vegetales” que aspiran a competir con los “bodegones” y “naturalezas muertas” que producían los pintores tradicionales.

Sólo que en este caso se trata de “naturalezas vivas”, comestibles, apetitosas y, a menudo, olorosas. Cuadros de pintores flamencos, con escenas callejeras populares, presentan parecidas “organizaciones” de volúmenes y colores, a las que contemplamos en esos mercados. En los lienzos perduran para siempre las imágenes; en los mercados, son pasajeros amontonamientos graciosos de cebollas rojas y amarillas, cuya uniformidad se ve interrumpida por ajos de diferentes tamaños. La efímera vida de los tomates maduros nos empuja a disfrutar rápidamente de ensaladas y tortillas. Los vegetales perecederos nos recuerdan que la vida humana es también transitoria, que nuestros ojos, alguna vez, se cerrarán.

Lo que ocurre con frutas, vegetales y flores, se repite con toda clase de granos. No en balde los pueblos antiguos rendían tributo a las “divinidades cereales”. Ver tantas bolsas “remangadas”: de arroz, habichuelas, habas, guisantes, de harinas de esto o de aquello, es un estímulo psico-somático que bien puede calificarse de “probiótico”. Colores y olores, conectados con los “recuerdos alimenticios”, convierten la visita a estos mercados en una “excursión sanitaria”. Elimina, al mismo tiempo, el “stress” y el psiquiatra.

No hay que decir que la mayor parte de estos mercados incluye una amplia “sección” de quesos y embutidos. No faltan escaparates con vinos, con los cuales “acompañar” quesos y jamones. Los mercados son “policlasistas”; acuden a ellos camioneros, trabajadores de oficinas, personajes acaudalados, amas de casa. Cada uno busca lo que le interesa: para cocinar, para reponer fuerzas, para disfrutar los fines de semana en compañía de amigos y familiares. Por un momento, las dolorosas luchas políticas desaparecen.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas