Estar  delgadas, una obsesión

Estar  delgadas, una obsesión

El siquiatra español Luís Rojas Marcos declara que «la idealización de la mujer delgada está promovida por la industria de la belleza, controlada por hombres y que mueve miles de millones de dólares».

Estrictas dietas, operaciones de alto riesgo, horas y horas de gimnasio, se realizan por emular, a veces a costa de la salud, el «cuerpo 10» que la moda ha establecido como canon de perfección.

La persecución de la belleza física se ha convertido para muchas personas, tanto mujeres como hombres, en una prioridad apremiante hasta el punto de, en algunos casos, transformarse en obsesión.

La lucha por la delgadez está tan arraigada en la sociedad actual, que miles de adolescentes sufren trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia. Ambas enfermedades surgen de una visión distorsionada y negativa del propio cuerpo, que nace del deseo de conseguir una figura ajustada al canon de belleza que se proclamaba hasta ahora: la extrema delgadez.

DEADAS MARCAN LA PAUTA

A lo largo del siglo XX aparecieron diferentes arquetipos de belleza, creados por la industria cinematográfica, que eran y son la guía del resto de las mujeres y los sueños irrealizables de la mayoría de los hombres.

En los felices años 20 con Gloria Swanson, tras la Gran Depresión de 1929, Mary Astor invitaba a la gente a ser elegante, y en los 30, 40 y 50, Mae West, Laurent Bacall, Lilli Palmer, Greta Garbo e Ingrid Bergman, con sus austeros o extraordinarios trajes y sus naturales ademanes, eran modelos a seguir.

Tras la belleza artificial de la década de los años 60 y 70 se impuso una delgadez extrema y se consideraba la mujer más bella a Twiggy, la popular modelo, que mostraba un aspecto lánguido, aunque Farrah Fawcett también hacía estragos en Los Ángeles de Charlie .

En la década de los 80, Meryl Streep y Glenn Close aparecen con un aspecto cotidiano y autosuficiente.

A partir de los años 90, la delgadez extrema con acento andrógino hace furor en todo el mundo. La actriz Ally McBeal y la modelo Kate Moss son las abanderadas.

A la hora de la belleza en Hollywood vale todo, incluso se han repetido los mitos clásicos. En este sentido, Marilyn Monroe, que personificó a la rubia ingenua con sensuales redondeces, afirmó: «Cuando yo empecé, no tenía más que un cuerpo que gustaba a los hombres y mis cabellos rubios. Todo lo demás se fabricó».

Lo que deja claro es que la industria cinematográfica estadounidense es una fábrica de sueños y un negocio publicitario con las estrellas de reclamo ideal.

Ya en el siglo XXI triunfan las supernenas , mujeres delgadas, de tipo atlético, que pasan horas en el gimnasio moldeando su cuerpo.

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