Hoy, 21 de enero en el país se celebra el Día de Nuestra Señora de la Altagracia, la madre protectora y espiritual del pueblo dominicano.
Desde sus orígenes la “Tatica” (como algunos la llaman), existen una serie de datos curiosos, que quizás muchas personas desconocían y les presentare a continuación:
- 3 de cada 10 mujeres en República Dominicana lleva el nombre de Altagracia.
- Si una persona (ya sea varón o hembra) nacía sábado o en cualquier fecha de enero, se le ponía el nombre de Altagracia.
- El cuadro de la Altagracia muestra la imagen de una mujer frente a su hijo, y que detrás de ella se encuentra José tal y como está escrito en Apocalipsis 12, 5.
- La virgen tiene una corona de 12 estrellas, simbolizando los doce apóstoles.
- El nombre de «Altagracia», fue dado por ser la Madre del hijo de Dios.
- El marco que sostiene el cuadro de la Altagracia está hecho en oro puro.
- Cientos de feligreses acuden a la Basílica de Higüey, para hacer promesas con el fin de que la Virgen les conceda salud, empleo, reconciliación familiar y otros deseos que, para verlos cumplidos necesitan de la intervención de la madre de Jesús.
Otros también acuden allí paraagradecer por los favores recibidos.
- La leyenda narra que la imagen de la Altagracia le fue dada por un anciano, a un padre para su hija, quien le había pedido que se la trajera de la capital. La imagen desapareció de la casa y apareció en un naranjo. La gente interpretó este acontecimiento como un deseo de la Virgen para que la colocara allí y así se hizo.
- El cuadro de la Altagracia fue traído a la República Dominicana por dos hermanos Alonso y Antonio Trejo, que vinieron de Extremadura, España en el año de 1514.
- La fecha del 21 de enero se origina en la batalla de la Limonade ganada por los dominicanos en contra de las tropas francesas en el año de 1691.
- Nuestra Señora de la Altagracia ha sido coronada dos veces:
– el 15 de agosto de 1922, por el papa Pío XI, en su visita pastoral a República Dominicana;
– el 12 de octubre de 1992, por el pontífice Juan Pablo II, quien, durante su segundo viaje al país, coronó personalmente a la imagen de la Virgen con una diadema de plata sobredorada.