Estatización a la dominicana

Estatización a la dominicana

Sin percatarnos, a menos de pecar de ingenuidad, tontura útil o de supeditarnos al interés particular, los dominicanos estamos siendo llevados a una estatización que hace honor al cliché de ser “un país muy especial”

Prácticamente todas las familias dominicanos están tocadas por la “mano generosa” del Estado a través del casi millón y medio de subsidiados y medio millón de empleados.

El Gobierno constituye el principal cliente de los medios de comunicación con todo lo que conlleva para el pleno ejercicio de las libertades públicas; colmado por un funcionario que no alcanza rango ministerial publica en espacio pagado en prensa internacional una carta dirigida a Rodríguez Zapatero, no como jefe de Gobierno español, sino en su calidad de presidente de la Unión Europea.

Las distribuidoras eléctricas y REFIDOMSA se han reestatizado y los precios de la energía y combustibles son fijados por el Estado, anulando beneficios de la competencia, consustancial a una economía de mercado.

Exenciones e incentivos fiscales en sectores como el transporte son otorgados discrecionalmente hasta convertirse en instrumentos de adhesión de beneficiarios a gobernantes, luego de adquirir privilegios extremos como la circulación de vehículos sin placas; mientras permisos de operación e  importación son otorgados en función de la afinidad con funcionarios de turno en contra de disposiciones  legales y contractuales.

Elevadas y numerosas cargas tributarias desalientan la iniciativa particular y se procuran relaciones comerciales con otros países por vía de inversiones estatales potencialmente convertibles en instrumentos atentatorios a nuestra seguridad y soberanía.

Los partidos políticos han pasado a ser, por vía del financiamiento público, susceptibles de intervención estatal,  lo que junto al transfuguismo merma la buena oposición imprescindible para el buen gobierno.

Todo esto sucede sin que aparentemente nos demos cuenta de las repercusiones económicas, sociales y políticas que puede tener la progresiva inhibición de la iniciativa particular en medio de un resurgimiento internacional de intenciones estatizantes revestidas de mayores recursos derivados de la explotación petrolera, dándose el caso de actitudes complacientes o endosantes de esas intenciones en función de intereses particulares inmediatos aún cuando conspiren con el interés general y a largo plazo de  la nación.

Pero esta estatización dominicana coexiste con elementos que le son consustancialmente opuestos como son la exultación de la aristocracia de abolengo y apellidos sonoros y la exaltación de una nueva aristocracia inescrupulosa y maquillada de pies a pelo.

Y con la degradación de nuestras condiciones sociales de vida acompañada de arrabalización de los entornos ambientales en que nos desenvolvemos; que ordinariamente no se observan en procesos estatizantes inspirados en sanas y sensibles concepciones doctrinarias y humanitarias.

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