Campaña electoral 1966. Casa de Juan Bosch, kilómetro 7 ½ carretera Sánchez. Estábamos solos. Prima noche. Sentados en una espaciosa entrada de la vivienda hablábamos de qué hacer, en el gobierno, para que se aplicaran con pulcritud los fondos del presupuesto, para que el dinero fuera destinado a planes y programas de desarrollo.
En la quietud de la noche, Bosch reflexionó e hizo el siguiente comentario:
-K Bito, mira, el presupuesto de este año, 1966, será de unos 200 millones de pesos, con solo una aplicación honesta de los fondos, nos ahorraríamos el 10 por ciento que piden los funcionarios del gobierno, algo que aquí se toma como normal. Esos 20 millones bien invertidos se multiplicarían.
Era el tiempo en que mi generación, insistía, abogaba, luchaba, reclamaba, pedía, que se manejaran los fondos públicos con pulcritud.
Ahora, 54 años después, el pueblo votó de manera clara, limpia y sin dudas, por un Cambio (con mayúsculas) que provoque un vuelco positivo en la manera de administrar el Estado.
Fue muy esperanzador, para mi generación, ver cómo el pueblo se volcaba en las calles con vítores por el Cambio, palabra que tiene tantos significados y tanto significado. Lo que se pedía a gritos era imponer conductas, modificar prácticas, no solo demostrar que se necesitaba el Cambio sino que se realizara.
Luego de pasar varias décadas en las que cambio, sólo fue una palabra de campaña, el pueblo votó por un Cambio de verdad, ante el escándalo de la nueva clase de millonarios y multimillonarios que desplazó los empresarios industriales, ganaderos y agricultores de largas décadas, por comerciantes contrabandistas, guardias cómplices de convertir la frontera en un filtro para el ingreso de la invasión pacífica de los haitianos, politiqueros con tentáculos de pulpos…
Hasta ahora vamos bien. No basta con dar 10 carreras en el primer inning para ganar el juego. Como decía el gran Yogui Berra, el juego se acaba cuando se acaba, a veces, agrego yo, más allá del out 27.
Recordé el título de una célebre obra de Stefan Zweig: “Momentos estelares de la humanidad”, vivimos, hoy, un momento estelar en el acontecer nacional. La responsabilidad es nuestra.
El pueblo votó para que se ejecuten verdaderos cambios en la vigilancia permanente sobre el uso de los fondos públicos, en el aumento de la seguridad ciudadana para que podamos vivir sin temor, en entrenar los agentes del orden para que actúen, siempre dentro de la ley, para que haya justicia verdadera.
Hasta ahora, el cambio se ha convertido en una palabra gastada por el incumplimiento de promesas de políticos cuya credibilidad se toma con pinzas. Tengo para mí, que este voto por el Cambio es el definitivo, pienso que ahora o nunca.
¡Adelante y valor!