¡Este mundo si está cambiando!

¡Este mundo si está cambiando!

Hace ya muchos años un destacado político dominicano, el fenecido José F. Peña Gómez,  acuñó una especie de eslogan en sus mensajes populares: Pensar en la gente, significando que era humano y conveniente gobernar para las mayorías.

Pero en aquel entonces ese mensaje, muy humano y sólido, lo único que mostraba era solidaridad y sanas intenciones con el dolor de mayorías hambreadas indefensas, que seguían necesitando a un “Chapulín” que viniera a rescatarlas.

¡En el mundo de hoy ya las cosas están siendo dramáticamente diferentes! ¡La gente en todo el mundo se está autoempoderando, está jarta de políticos y gobiernos  que solo saben pensar en el rico, temer al poderoso y  autoenriquecerse.

¡Todo ello porque no temían a la gente, no les atemorizaban porque estaban dispersas, desconectadas entre sí! Pero ya las distancias geográficas, regionales, se han esfumado, gracias a la conectividad electrónica.

Estamos viendo, como  las comunicaciones han propiciado que millones de personas se interconecten con  facilidad y celeridad mediante temas de interés común: las precariedades vitales y las incapacidades de políticos y gobernantes para resolverlas, todo ello envuelto, hasta ahora, en  criminal  impotencia. ¿El principal acicate?  Convivir con un entorno de extrema miseria, mientras unos pocos ostentan riquezas.

Ahora el clamor llegó a España. ¡cuanta distancia socioeconómica! 

América Latina está en el medio del camino; debemos poner “nuestra barba en remojo” pues por aquí pudiere ser más estremecedor: todavía predominan los “conquistadores” frente a los “indígenas”  maltratados. En España estudiaron y quieren trabajo; por estos lares escasean los estudios, el trabajo, el techo, la comida, la salud. ¿Qué pudiere suceder si en esta caldera se “topan” la unión y la conciencia ciudadanas?

No lo dude usted, una muy mala situación no es desesperante, es tolerable, siempre que en el horizonte  se vislumbre alguna esperanza de cambio y solución. Es cuando se acaba la fe y la esperanza que la situación puede tornarse explosiva.

Esta nueva realidad popular no se puede tapar con un dedo; ese moderno medio de empoderamiento puede ser sumamente efectivo al momento de exigirse cambios.

La Moraleja deben aprenderla los partidos y los gobernantes del mundo entero: ¡Se acabó el gobernar y discursear sin temerle a la unión de los ciudadanos!

¡La Democracia delegada en nuestros gobernantes ya cuenta con ese tremendo instrumento de validación o corrección!  ¡No juguemos con  la miseria de los pueblos! Recordemos que los pueblos ya solo necesitan unión y algo de conciencia.

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