Esto pagamos y esto tenemos

Esto pagamos y esto tenemos

Con lo asignado al Poder Judicial en el Presupuesto de 2017, los dominicanos podemos esperar muy poco en cuanto a buen desempeño. Y la afirmación de que nunca antes de un año a otro se le había aumentado tanto dinero a ese poder del Estado es solo cierta en términos cuantitativos, pero inconsistente desde la óptica de las necesidades de una Justicia que por falta de dinero no ha podido instalar todos los tribunales que necesita y que ha debido administrar justicia desde furgones, por falta de infraestructura.
En un país acorralado por la criminalidad, y esta a su vez estimulada por la impunidad que induce reincidencia, no es saludable pretender justificar la tacañería conque se trata a un poder público que necesita ser fortificado en todos los sentidos y ayudado a superar las limitaciones que afectan su desempeño. El meollo no está en cuánto más se le añadió este año, sino en cuánto suman las necesidades insatisfechas que ha arrastrado por décadas.
Si el Poder Legislativo, el mismo que hace las leyes, está consciente de su papel, debería velar porque el poder que debe hacer cumplir esas leyes y apuntalar las garantías jurídicas pueda ejercer a cabalidad su función, sin ser afectado por regateos financieros injustificables. Eso, a menos que se pretenda que esta sociedad tenga una justicia tan pobre como pobre es su presupuesto.

A defender el ambiente

El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales ha dado plazo de 120 días a agricultores y ganaderos para que desalojen el Parque Nacional Juan Bautista Rancier (Valle Nuevo) en Constanza, severamente degradado por prácticas humanas insostenibles que se ejercían pisoteando una prohibición. Los dominicanos debemos aplaudir esa decisión, y montar guardia para disparar las alarmas si el tráfico de influencias pretende hacerla fracasar.
Al ministro Francisco Domínguez Brito hay que estimularlo para que enfrente con la misma energía la extracción de materiales de los ríos Nigua y Yubazo, de San Cristóbal, así como el robo de la arena de las dunas de Baní, entre otras prácticas de agresión ambiental. No podemos permitir que los intereses de unos pocos nos dejen como herencia áridos escombros.

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