Esto parece como…

Esto parece como…

El documento resultado de los tratos y acuerdos por debajo de la mesa que se llamará Constitución de la República, es fruto de un mal uso de la mayoría y un acuerdo que persigue fines inconfesados.

Diputados y senadores a quienes se les ha ofrecido que formarán parte de la boleta electoral para las elecciones de medio tiempo de mayo del 2010, se prestaron a la aprobación de un documento con grandes concesiones a favor de la concentración del poder contra los derechos del pueblo.

Es gravísimo el retroceso que dispone la celebración el mismo año de elecciones para Presidente y Vicepresidente, Senadores y Diputados, Síndicos y Regidores.

Tal concentración no beneficia al elector porque tendrá, legalizada, una dictadura del partido que logre la mayoría para la candidatura presidencial.

Ello así, porque en nuestro país no se vota por personas sino por boletas de partidos, porque la Ley Electoral no favorece las candidaturas individuales independientes, lo cual es una limitación del derecho constitucional a elegir y ser elegido.

El Presidente de la República, quien legalmente tiene la sartén por el mango en el manejo de los fondos públicos, designa al Contralor de la Nación, él o su partido postularán los miembros de la Cámara de Cuentas y él o su partido postularán los miembros del Tribunal Constitucional.

Ya, de suyo, el Presidente de la República y miembros de su partido postularán a la mayoría de los miembros de la Suprema Corte de Justicia y ayudado por el acuerdo con el ingeniero Miguel Vargas Maldonado, el doctor Leonel Fernández dejará alguna migaja para el Presidente del Partido Revolucionario Dominicano.

Así las cosas, el gobierno del doctor Fernández tendrá la capacidad de decisión en los tres poderes del Estado, lo cual es muy peligroso.

Vemos al Presidente ofrecer y a veces disponer obras públicas no consignadas en la Ley de Gastos Públicos, con una conducta de dictador que está por encima de las leyes. La concentración de poderes es sumamente peligrosa.

Usar el Consejo de la Magistratura para cambiar los jueces de la Suprema, nombrar el Tribunal Constitucional, manejar la Contraloría y la Cámara de Cuentas nos lleva a la dictadura: “Régimen político que se caracteriza por la absorción por una sola persona, grupo o minoría, de todo poder político normalmente ejercido por los distintos órganos y magistraturas creadas por las leyes con este fin”.

Las próximas elecciones de medio tiempo son una nueva oportunidad para que el uso de fondos públicos, aplicados al beneficio electoral del partido del gobierno, nos lleve a  una dictablanda, “dictadura poco rigurosa en comparación con otra”.

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