Esto también es impunidad y de la más cruel

Esto también es impunidad y de la más cruel

Millizen Uribe

Dolor, impotencia, pena y muchas ganas de llorar es lo que siento cada vez que pienso en los 14 bebés que murieron en La Maternidad La Altagracia.
Me es imposible no pensar en el dolor de esas familias. Máxime, conociendo ya, las expectativas y esperanzas que se albergan cuando se espera el nacimiento de un niño.
Pero, para su desgracia, estas familias forman parte de ese 37% de dominicanos que son pobres.
Dominicanos que a veces parecieran no existir. Que se diluyen entre el lujo y la buena vida de muchos políticos y empresarios; entre las torres, las plazas y los carros caros de quienes viven de la Lincoln para allá.
Pero existen. Estos dominicanos existen. Aunque su existencia esté llena de desgracias e inequidades, como es no contar con las altas sumas de dinero o el Plan Premium del seguro médico que los salvaría de acudir a un hospital y les garantizaría atención, más o menos, decente.
De lo contrario, el exilio médico es la condena.
En efecto, estas familias son obligadas a asistir a los hospitales públicos. ¡Y qué lástima! porque más que hospitales son centros de carencias. No hay camas, gasas, ni personal médico suficiente.
Las consecuencias: no se les garantiza el derecho a la salud. Las causas: hay que buscarlas en que este sea el tercer país de América Latina con la menor inversión del PIB en salud. También en decisiones desacertadas como intervenir 56 hospitales al mismo tiempo.
Lamentablemente, estos bebés no son los primeros ni los últimos en morir. En 2014 en el Robert Reid Cabral murieron 11 niños y la semana pasada UNICEF presentó un informe que señala RD es el país de Latinoamérica con la mayor tasa de mortalidad neonatal (20 por cada mil), superado sólo por Haití.
¿Habrá algún tipo de consecuencias? ¿Enfrentarán algún tipo de sanción los responsables de administrar tan mal los recursos públicos que hoy día, a pesar de que lideramos la región en crecimiento económico, somos el país donde los bebés que nacen en hospitales se mueren de frío?
¿Cuántas incubadoras se habrían comprado con los 92 millones de dólares que pudieron entrar al presupuesto del Estado, pero que Odebrecht pagó en sobornos? ¿Cuántas camas? ¿Cuántos medicamentos? ¿Cuántas vidas se pudieron salvar?
Una de las injusticias más grande de la administración pública de este país es esta amarga impunidad, que permite que estas vidas se pierdan y que no pase absolutamente nada.
A 108 años del nacimiento de Bosch, este sigue siendo el país de los hijos de Machepa y de los Tutumpotes. Los primeros se mueren de frío en hospitales. Los segundos tienen acondicionadores de aire, hasta en la peor de las cárceles.

Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital

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