Es imposible no estar de acuerdo con el doctor Trajano Vidal Potentini, presidente de la Fundación Justicia y Transparencia (FTJ), quien considera que el proyecto de ley que regularía el derecho a la intimidad, el honor, el buen nombre y la propia imagen es una estocada contra la prensa, la libertad de opinión y la democracia, ya que su verdadero propósito es evitar que se cuestionen las acciones de los políticos, deseosos siempre de garantizarse impunidad a cualquier precio.

El doctor Potentini nos ha recordado que el derecho a la libertad de expresión es el más sagrado de los derechos; y que la prensa es la frontera entre la democracia y la dictadura, algo que a estas alturas deberíamos tener bien aprendido. Es por eso que ha sorprendido que el proyecto haya sido sometido por una senadora del Partido Revolucionario Moderno (PRM), al que no le luce ese intento de imponer la censura previa.

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Pero que el Senado de la República, donde el partido oficial tiene mayoría absoluta, lo haya aprobado en dos lecturas consecutivas sorprende todavía más, pues bastaba darle una lectura “por encima” para darse cuenta de que es un burdo intento de colocarle una mordaza a la libertad de expresión, piedra angular de la vida en democracia, que el gobierno del cambio se comprometió a defender y fortalecer.

¿En qué estaban pensando? ¿O simplemente no pensaron, ni tampoco leyeron, el proyecto? Encendidas las alarmas, puesto en evidencia el palo acechao que se le quiere dar a la libertad de expresión desde el Senado, lo deseable es que la Cámara de Diputados, donde el PRM también es mayoría, saque de circulación ese proyecto de ley.

Con el que vuelve a demostrarse que nuestros políticos quieren tener las manos libres para seguir haciendo lo que se les antoje, para lo cual la prensa y los periodistas constituimos un obstáculo al que hay que eliminar o, como se pretende con el proyecto de marras, tratar de silenciar.