Estoy con ellos

Estoy con ellos

Sobre el tapete s e encuentra en los actuales momentos la información de que un oficial de la Fuerza Aérea de República Dominicana (FARD) habría colaborado para que dos jóvenes promesas del béisbol mundial, de origen cubano, desertaran de su equipo y no regresaran a su patria, después de haberla representado en la Serie del Caribe 2015, celebrada en República Dominicana.

La deserción de atletas cubanos se ha hecho algo normal con el discurrir del tiempo.

No vamos a discutir aquí la legalidad o ilegalidad de los procedimientos para ello, puesto que son casos en los que intervienen muchos intereses, económicos y políticos.
Pero ya las cosas han cambiado mucho, y políticamente esas deserciones han perdido toda la valoración que tenían, dado los giros que ha tomado la política norteamericana aplicada a la pequeña nación caribeña. Ya el asunto es meramente económico y de índoles personales.

Nadie en el mundo aprueba, por lo menos con plena sinceridad, que a un ser humano se le prive de las oportunidades que tiene de progresar económicamente, máxime cuando ese progreso beneficie a sus familiares a otros seres queridos y amigos.

De eso se trata. En Cuba hay decenas de casos de hombres, jóvenes, adolescentes y niños sobresalientes en distintas disciplinas deportivas, que no pudieron o han podido salir libremente a competir ante sus similares en naciones desarrolladas y obtener los beneficios que estos han tenido. Muchos han demostrado y demuestran ser mejores que sus pares extranjeros.

El que ayude a uno de estos atletas cubanos para llegar a la cima de su disciplina deportiva y convertirse en una gloria mundial se le puede objetar los medios que utilice, pero no los fines. Que estos valores engrandezcan la tierra de Martí y, por qué no, de Máximo Gómez, es plausible. Pero no pueden ser condenados a vivir una vida común y corriente siendo extraordinarios como son.

Conozco someramente al oficial que mencionan vinculándolo a la fuga de los atletas cubanos. Williams Solís es un dirigente deportivo que se acuesta y se levanta de madrugada, ayudando a localizar talentos para el deporte dominicano. Ha dedicado sus mejores años a esos propósitos. Su esfuerzo está plasmado en la institución a la que ha servido. Su vida y su goce es el triunfo de los jóvenes atletas de los equipos de béisbol, de volibol, baloncesto, etc, de la institución.

Lo conozco de haberle hecho un par de entrevistas y llamadas telefónicas para obtener detalles de las competencias de atletas de la FARD en torneos de los que casi siempre sale victorioso. Por referencias sé que no es una persona ambiciosa. Su dedicación al trabajo no le permite una vida licenciosa. Un caballero, querido por todos los deportistas con los que trabaja diariamente. Un creador y buscador de talentos que ha enriquecido el deporte dominicano. De modo que si actuó para que los hermanos Yuliesky y Lourdes Gurriel pudieran llegar a las Grandes Ligas, como afirma el embajador de Cuba en nuestro país, no hizo mal. Harán más bien a Cuba y a su familia jugando en Grandes Ligas. Lo digo aunque aborrezca a los mercaderes del deporte.

Per bien, ahora que hay esas rasgaduras de vestimentas y tantos ayes de dolor, me preocupa que,si lo hizo, para lograr la deserción de los beisbolistas haya infringido normas y reglamentos de su institución o violado preceptos constitucionales.

Entonces, que lo sometan a la justicia y ya,pues lo cierto es que todo el caso está rodeado de una doblez que deja mucho que desear.

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