Estrategia danilista: en marzo no voy, pero después rectifico

Estrategia danilista: en marzo no voy, pero después rectifico

En marzo el presidente Medina le anunciará al país que no aspirará a un nuevo periodo presidencial. La mayoría de población cree lo contrario, ya que el afán de poder es demasiado fuerte en el peledeismo.
No es que esa mayoría votará por Danilo, sino que se trata de una percepción basada en el historial político de estos falsos apóstoles que se creen insustituibles y predestinados.
Pero la mayoría no siempre tiene la razón, especialmente cuando hay una minoría muy influyente que puede darle mucha agua que beber a esas pretensiones reeleccionistas. Por eso es mejor evitar ahora y corregir después. En los meses siguientes hay que preparar el terreno para saltar el muro de contención de la reelección. Primero, ganar nuevos adeptos en la sociedad civil con sobornos o promesas de puestos importantes. Segundo, neutralizar opositores externos, debilitando sus argumentos. Tercero, trabajar arduamente en el congreso elaborando un plan de captación de los diputados del PLD adversos a la reelección. Cuarto, implementar una campaña negativa intensa para debilitar las bases de apoyo de los que ambicionan sustituir al líder actual, entiéndase Leonel Fernández. Y quinto, inauguraciones diarias, proselitismo intenso del presidente en todos los frentes y visitas sorpresas a granel.
Acercándose la fecha para las convenciones de los partidos, el presidente recapacita ante el clamor popular y el desgaste inducido por su propia maquinaria, a sus opositores internos, lo que pone en peligro la continuidad del PLD en el poder.
En un discurso a la Nación, el presidente explica, emocionado y acongojado, porque debe sacrificarse para seguir su obra de gobierno que nadie puede garantizar ni dentro ni fuera del PLD. Hemos hecho buen trabajo, el país ha crecido y la gente disfruta de un mayor bienestar.
Eso nadie lo quiere cambiar por algo que no garantiza otra cosa que la pobreza y el caos.
Somos la única garantía de que el país siga por el sendero de la paz, la justicia y el progreso (y la corrupción por supuesto) y por eso he decidido reelegirme. Lo hago por mi pueblo y mi partido.
Al día siguiente, grandes páginas en los periódicos apoyando la reelección, marchas en las calles, fiestas en los barrios, y el país inundado de afiches y vallas promoviendo a Danilo.
El dinero comienza a fluir a borbotones de las arcas públicas para neutralizar voces opositoras, asegurar los votos en el congreso para legalizar la reelección y llenar los bolsillos de cuanto activista exista para repartir dádivas entre la población a cambio de apoyo.
Será una fiesta popular a gran escala, con amplios despliegues de prensa e importantes anuncios económicos. PIB se desborda, más empleos, menos pobreza, más exportaciones, grandes inversiones chinas, récord en turismo y remesas, cientos de empresas nuevas en zona franca, importantes aumentos en los ingresos fiscales y crecimiento de la industria, la agricultura, la minería, etc. Y para concluir, apareció petróleo, aunque sean aguas negras.
Viva la reelección, carajo

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