Universidades AL tuvieron buenos presupuestos en decenios 1960-70
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La sociedad dominicana espera que en sus instituciones de educación superior se forme la mano de obra calificada que demandan sus mercados de trabajo, le preparen los estudiosos y practicantes de las artes y las letras, le capaciten los empresarios y los políticos innovadores que estimulen y den respuestas a los problemas que aquejan al país.
Las relaciones entre las instituciones de educación superior y los representantes de los sectores organizados de la sociedad dominicana en los últimos tiempos han estado signadas por una especie de “acuerdos en la mañana y desacuerdos en la tarde” que precisan altas dosis de comprensión mutua sobre el papel que a cada una de dos partes le corresponde en el servicio de formación y capacitación de sus conciudadanos.
Los avatares sociales, políticos y económicos han sido las principales razones esgrimidas por los líderes de las universidades y de las demás instituciones de educación superior para tratar de justificar sus respectivos planteamientos, unos en referencia a los de los otros. A pesar de ello, dichas instituciones han cumplido y cumplen con su cometido de transmitir y de crear conocimientos y de ser la conciencia crítica de la nación.
Cuando hablamos de la Pontificia y Real Universidad Autónoma de Santo (UASD) nos referimos a la institución superior que heredamos del conquistador español o a la misma que nació en Europa en conexión con la evolución cultural de la Edad Media.
Esa, nuestra UASD, aunque tardara siglos en democratizar sus estructuras y en adoptar como características irrenunciables su independencia de los poderes públicos, ha podido sobrevivir a los ataques vocingleros de unos cuantos.
La UASD, nuestra amada y querida universidad, a partir el Movimiento Renovador ha venido experimentando cambios en su estructura y composición, en su papel e imagen ante la sociedad, en los objetivos que se traza y en la organización que toma para alcanzarlos,
El desempeño de la Pontificia y Real Universidad Autónoma de Santo Domingo es hoy mucho más complejo y variado que el de varias décadas atrás.
La alta casa de estudios del presente, además de formar y enseñar, lleva a cabo valiosos aportes en materia de investigación y de mejoramiento de la calidad investigativa.
En las décadas de los años 60 y 70 del pasado siglo 20, en toda la América Española se llegó a considerar la existencia de una relación directa entre la prosperidad económica y la expansión de la educación superior. Al efecto los gobiernos latinoamericanos decidieron en esos años destinar grandes partidas presupuestarias al sostenimiento de las universidades de sus respectivos países.
Los más arriba señalados fueron los años de las grandes inversiones en educación superior de parte de los gobiernos de turno. Pero, debido al antagonismo existente entre las autoridades de la UASD y el Gobierno de “los doce años” la Universidad Primada de América no pudo disfrutar de esas bonanzas.
Al contrario, la UASD estuvo a punto de cerrar sus puertas a causa de la negativa de los gobiernos que se sucedieron entonces de proporcionarle los recursos económicos que demandaba su empleo.
No solo la Universidad Primada de América resultó perjudicada por todos esos desafueros, también lo fueron los liceos públicos y los institutos politécnicos medios, estos últimos por su falta de recursos para operar como tales.
Todos esos males tuvieron lugar en momentos en que el país disfrutaba de bonanzas económica; en momentos en que los precios de nuestros principales productos de exportación aumentaban en los mercados internacionales.
A pesar del cúmulo de debilidades, carencias y deficiencias que debimos de afrontar, la fase de consulta del Pacto Nacional para la Reforma de la Educación Superior fue todo un éxito, no solo por el número de participantes, también, por el orden que imperó y que esperamos, habrá de seguir imperando tan pronto cesen o se reduzcan los efectos negativos del COVID 19.