Estrategias del shock y el caos desde el Gobierno

Estrategias del shock y el caos desde el Gobierno

Un shock es un golpe o descarga que crea conmoción, pudiendo matar a una persona, trastornarla, o en todo caso, sacarla bruscamente de su posición anterior. Hay personas y pueblos que no reaccionan si no es con shocks, una catástrofe natural o una desgracia colectiva.

Hoy en día hay teóricos y personas entrenados en empujar pueblos  o sectores, en base a  golpes y manipulaciones de las circunstancias y situaciones de caos pre existentes o creadas a propósito, como epidemias, procesos inflacionarios, y otros. A menudo, la sola amenaza de shock, como los reflejos condicionados, crea el temor y las reacciones deseadas. La primera reacción a un shock suele ser de confusión, caos, y carencia de orientación, aún en casos de huracanes y terremotos, donde nos  entrenan para acudir a refugios y para acciones de salvamente y auxilio. 

Tanto el shock como el caos pueden traer beneficios a corto  o largo plazo. Hay países que deben gran parte de su presente bienestar a que históricamente han estado obligados a las guerras, o a sobreponerse a grandes desgracias. La vida en el trópico, en el pasado, al menos, se podía sobrellevar sin mucho esfuerzo. Cualquier nación, especialmente aquellas en las que hay mayor injusticia social, se puede beneficiar de ciertos trastornos, incluso  de los no provocados intencionalmente.

Si el shock es fuerte puede suceder que grupos que anteriormente eran ganadores se vuelvan perdedores. Por eso hay tantos “buzos” de basurales viviendo del desorden. Pero lo que es más de temer es que sean autoridades quienes lo promuevan, particularmente en las instituciones que relacionadas con la generación y mantención del poder político y con la justicia, para evitar el castigo de determinados delitos políticos, económicos y de “lesa sociedad”.  Existe mucha actividad de grupos de poder en cuanto a desarrollar estructuras informales paralelas de control e influencia de tipo político y social,   que anulan las instituciones formales de la política y la justicia. La teoría detrás de esto es que cuanto más informales  y débiles se hagan la justicia y los partidos, tanto más fácil sería controlar los mecanismos de poder dentro del propio partido y del Estado; y menos probable,  que a los conspiradores del shock y del caos, se los pueda “enjusticiar”.

Este juego tiende claramente a profundizarse,  pero cuanto mayor sean  los abusos de poder y las burlas a leyes y normas de convivencia, tanto más probable será que el propio caos ponga en peligro los beneficios y las seguridades de los que patrocinan dicha estrategia. 

Abundan, sin duda, personas desarraigadas, ajenas a valores y al temor de Dios que, cuales narco-tígueres, apuestan a irse  jóvenes al infierno, a cambio de unos cuantos años de consumismo y disfrute de sus perversas vidas.

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