Lamentablemente en nuestro país muchos líderes de opinión, medios de comunicación, funcionarios y tomadores de decisión abordan la violencia como un fenómeno generado por la pobreza, focalizada en los pobres desde una relación causal lineal entre pobreza y violencia.
La violencia no es exclusiva de los pobres, es una conducta que responde a pautas culturales aprendidas en procesos de socialización desde la niñez, en el ámbito familiar, vecinal, escolar y societal en distintos estratos y grupos sociales.
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“Las normas culturales legitiman el uso de la violencia entre miembros de una misma familia en situaciones que si ocurrieran fuera de la familia supondrían una grave violación normativa. En las sociedades euroamericanas existe una fuerte idea aunque no verbalizada de que la licencia matrimonial constituye también una licencia para pegar”. (Strauss 1995:717). En familias de estratos medios de Santo Domingo como en otras provincias encontramos distintas expresiones de violencia. Enumeramos algunas de ellas:
a) Violencia de género. La violencia de género en los estratos medios a pesar de ser frecuente tiende a ser silenciada, oculta e invisible. Muchas mujeres en los estratos medios no denuncian por miedo, reciben una fuerte presión de sus familiares y amistades.
b) Violencia de padres-madres hacia hijos e hijas. La agresión física y/o verbal de padres/madres hacia hijos e hijas es bastante cotidiana. Esta práctica está todavía más oculta que la violencia de género, también se da a la inversa, violencia de hijos e hijas hacia padres/madres.
c) Violencia entre hermanos/as. Los casos de violencia entre hermanos/as tienden a ser callados al igual que los casos anteriores y responden a un manejo agresivo y violento de situaciones de conflicto.
La violencia en los estratos medios se presenta desde el manto del silencio y el ocultamiento. Uno de los factores que influye en el incremento de la violencia en los estratos medios es la posesión de armas de fuego. Las familias portan armas de fuego, para “defenderse” de situaciones de robos y atracos. Por el contrario, se convierten en un factor de riesgo para toda la familia.
La existencia de pautas culturales de “privacidad” e “intimidad” en las familias de estratos medios genera una barrera entre vecinos y vecinas que aísla a las personas y las expone a mayor riesgo.
La intervención en la violencia en nuestra sociedad debe estar acompañada de múltiples medidas que apunten a toda la complejidad de la misma. En estas medidas es importante la educación ciudadana hacia la ruptura con patrones culturales de violencia, el respeto a los derechos de las mujeres, de niños, niñas y adolescentes, y el desarme de la población.