POR CARMEN HEREDIA DE GUERRERO
La tradición rusa en el ballet ha sido por mucho tiempo sinónimo de calidad y perfección. Las grandes compañías de ballet de teatros como el Bolshoi, de Moscú, el Mariinski, de San Petersburgo, mantienen sin duda la excelencia que les dio fama, pero no todo lo que hoy se exporta tiene esos niveles.
El grupo de Estrellas del Ballet Ruso que se presentó el fin de semana en el Teatro Nacional, no estuvo a la altura de la fama que lo precedía. El programa en su mayor parte compuesto de famosos pas de deuxs, clásicos, neoclásicos y contemporáneos, estuvo matizado por evidentes imperfecciones técnicas y de estilo. No todos los componentes tienen el mismo nivel, y esto quedó de manifiesto en los distintos números presentados viernes y sábado.
La ausencia de escenografía, sólo cámara negra, y pocas luces, no contribuían al realce del espectáculo.
El inicio con el pas de deux del Pájaro Azul del ballet La bella durmiente, no logra un primer impacto positivo. Los bailarines Olga Tubalova y Pavel Dimitrichnko, lucen discretos, aun en las variaciones.
En el adagio de Giselle pas de deux- la bailarina Ksenia Kern, no obstante su buena técnica, apenas proyecta el etéreo personaje. Por su lado Alexander Smoliyaninov, como Albrecht, logra buenos momentos. Uno de los más bellos pasos a dos del repertorio clásico lo es sin duda el del ballet Cascanueces.
Toda la magia de este exquisito dueto que envuelve la maravillosa música de Tchaikovski, no llega a producirse, por que los bailarines Anna Tikhomirova y Oleg Kharyutin no logran la simbiosis necesaria para la proyección de este paradigmático pas de deux. Tampoco logran impactar en el demandante paso a dos de El Corsario, donde Kharyutin luce pesado en cabriolas y saltos. La pareja formada por Ana Okuneva y Viacheslav Lopatin, en dos intervenciones, producen un excelente baile, tanto en la Tarantela, hermoso italiano, con coreografía de Balanchine, y especialmente en el pas de deux Flama de París, donde muestran dominio de la técnica y virtuosismo. En las obras Four Kisses y Tango, los bailarines Anastasia Epershenkova y Roman Malenko, rompen la línea clásica, y producen momentos verdaderamente hermosos.
En el Gopak, danza ucraniana del ballet Taras Bulba, se produce el momento más importante del espectáculo, con la magistral actuación de Alexander Smoliyaninov.
El famoso corto coreográfico de Michel Fokine La muerte del cisne, interpretado por Anastasia Epershenkova, logra poco impacto, el discreto movimiento de sus brazos no sugiere el mórbido aleteo de las grandes alas, característica de este bello y tradicional solo de ballet.
El programa cierra con el pas de deux de Don quijote, interpretado por la pareja formada por Natalia Krapivina y Georgi Smilevsky. El virtuosismo de este famoso dueto, nueva vez esta ausente. La ballerina logra sus múltiples fouettes, sin gran perfección, y el bailarín asume su variación con destreza. Un punto a resaltar es el hermoso vestuario exhibido en cada uno de los ballets. El público dominicano, conocedor del arte del ballet, aquilató en su justa valoración esta presentación con poco brillo de las Estrellas del Ballet Ruso. Esperamos nuevos grupos con mayor calidad.
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