Estudiar ¿para qué?

Estudiar ¿para qué?

“El alemán era un hombre a quien le sucedía lo que a la mayoría de los jóvenes de su Patria, que luego de largos y agotadores años de estudios, tenía que ejercer un oficio cualquiera”. No recuerdo quién escribió la frase.

Aquella mañana un joven, nervioso e inexperto, chocó mi vehículo con un desvencijado automóvil.

Antes de que me desmontara llegó a mi lado y me contó que había estudiado Medicina en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Como no obtenía trabajo en la carrera para la que estudió, atendió un aviso de un laboratorio que solicitaba personal para visitar médicos y mostrarles los medicamentos que producía o representaba la empresa. Obtuvo el puesto pero necesitaba un carro, y suerte a un hermano que le prestó aquel desvencijado auto con el cual chocó el mío. El célebre auto carecía de goma de repuesto, tenía las puertas desajustadas y la pintura estaba como la piel del tigre de bengala, “con su lustrosa piel manchada a trechos” como decía el poeta Rubén Darío.

El cariacontecido joven rogaba porque los dueños del laboratorio  no supieran del accidente, pues lo despedirían del puesto en el cual estaba comenzando.

A más de su poca destreza en el manejo de automóviles ni siquiera tenía el seguro de ley para el vehículo.

Con el estruendo del choque, uno de los funcionarios del laboratorio salió a ver y a dos o tres cuadras adelante estaba el auto del novel visitador a médicos.

Ante la desesperación del joven médico dije que no reclamaría ninguna reparación por los daños, que asumiría los gastos y pedí al funcionario del laboratorio, quien se había acercado al lugar del accidente, que lo mantuviera en su puesto.

Nunca supe el nombre del joven ni me interesó. Lo que vi fue el drama humano oculto tras un simple accidente de tránsito.

La UASD investirá 470 nuevos graduados en un acto a celebrarse esta mañana.

La UASD es la universidad del Estado y como tal debe trabajar para suplir las necesidades de los profesionales que necesita el país.

Es bueno que cada día más gente tenga acceso a la educación superior, pero hay que controlar ese acceso mediante filtros como por ejemplo, que los aspirantes a estudiar en la UASD tengan récords de notas de por vida  sobre los 80 puntos. Los demás, si tienen recursos, que paguen por estudiar en universidades privadas.

Hay que poner un alto a la producción de profesionales con deficiencias que los obligan a trabajar como mandaderos o sirvientes en supermercados y bares del extranjero, si consiguen un visado.

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