La violencia escolar es un modo de relación cotidiana que invade todos los momentos, espacios y sujetos de la escuela, y que asume múltiples manifestaciones, plantea el libro “Estar, ser y convivir en la escuela”, editado a partir de un estudio realizado en dos escuelas públicas por la educadora Berenice Pacheco-Salazar, del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec).
El texto afirma que tres de los principales sustentos de la violencia escolar son el sexismo, racismo y el “adultocentrismo”, definido como “una práctica social de poder que se traduce en el no reconocimiento de niños, niñas, adolescentes y jóvenes como sujetos de pleno derecho y, por tanto, en discriminación”.
A lo largo de los ocho meses que pasó la investigadora en estas dos escuelas, que en el libro solo se identifican como centros “A” y “B”, donde entrevistó a 604 estudiantes y 23 docentes, llegó a la conclusión de que los estudiantes dicen que ejercen la violencia para defenderse y que los profesores no se consideran parte del círculo que crea esta problemática.
Para el cuerpo docente entrevistado, “la violencia escolar es un recurso pedagógico y disciplinario, y una problemática que es responsabilidad de la familia”. Mientras que el estudiantado la concibe como “una forma de diversión, una protección para no volver a ser víctima y un acto de valentía que genera respeto y autoridad ante sus pares”.
Señala que los centros educativos son espacios de riesgo para convertirse en víctima de violencia y también en agresor, pero que estos cuentan con la oportunidad de que los estudiantes los perciben como más seguros que sus comunidades y hogares.