El pasado domingo me encontraba con mi familia y amigos cuando me llegó la notificación al celular, de primera no podía creerlo, entre a Twitter a buscar las mejores fuentes de información que confirmaban lo que todos buscábamos.
Coloqué algo en mi cuenta de Instagram y Twitter, justo al recomponerme de enterarme de esa fatal noticia nos llegaba que habían más vidas involucradas, unas que se apagaron en este pasado triste domingo.
Gianna Bryant era la segunda hija de Kobe y Vanessa, una niña de apenas 13 años que amaba el deporte que a su padre hizo popular.
Igual la familia Antonelli y Chester, todos involucrados en este penoso accidente.
La NBA pierde a la máxima figura de toda una generación, al jugador que millones imitamos, al que seguimos cada uno de sus pasos desde que llego a la Liga siendo un mozalbete con apenas 18 años, dando el salto desde el colegio y que provoco tanto a las masas que ya apenas en su segundo año era seleccionado al partido de Estrellas.
Kobe fue más que un gran jugador, desde el inicio dio muestras de una atleticidad envidiable, con un salto poderoso e imparable, maravillando a todos con sus donqueos y una facilidad increíble para encestar canastas.
Indudablemente Bryant fue quien llevo la antorcha de la NBA a nivel mercadológico cuando Michael Jordan se retiró, quizás no fue el mejor jugador o el más valioso para su equipo, pero si era el más admirado, el que más pasiones movía entre los fanáticos de la Liga.
Kobe dio 20 temporadas de pura entrega, no hay que enumerar sus logros, todos lo sabemos.