El pasado domingo 10, todo el pueblo dominicano disfrutó de uno de los momentos más memorables de nuestra historia deportiva, una que quedará en la memoria de todos por el éxito obtenido y por lo que se vivió en el Palacio de Voleibol Gioriver Arias.
Lo deportivo usted lo conoce, quisiera destacar lo intangible, lo que me queda luego de presenciar cada uno de estos partidos, unos como cronista y reportero y otros como simple espectador que comparte la nacionalidad con esas mujeres que son ejemplo para todos los dominicanos.
Desde el primer segundo en donde ellas hacían acto de presencia en el Palacio, la dominicanidad se elevaba al cien por ciento.
Toda la instalación cantando al unísono las notas de nuestro Himno Nacional era un verdadero espectáculo y uno de los momentos en donde el orgullo patrio se manifestaba de manera victoriosa, uno que termina derrotado en mi día a día, tanto por los corruptos, la delincuencia, el tránsito y los antivalores que se adueñan de nuestro país.
Ese pequeño espacio de tiempo quizás no sea valorado por muchos, pero con estas mujeres uno termina sintiéndose orgulloso de ser dominicano, de compartir la nacionalidad con talentos totalmente desarrollados en nuestro país, un proyecto que ha sido a largo plazo y que hoy rinde frutos extraordinarios a la nación, sin mucho apoyo estatal y privado.
En una sociedad como la nuestra, en donde los ejemplos para la mujer son dominados por las que se operan para atraer hombres teniendo esposos o novios, las que se prostituyen en burdeles y en televisión con tal de andar con dinero y con prendas preciosas, estas féminas son la salida para presentarle a la familia dominicana, que también hay mujeres exitosas en el deporte y son madres, esposas, hijas y hermanas.
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